Por decenios hombres y mujeres de recursos limitados han ido adelante en el país sumando sus ahorros y generando capitales para con el trabajo y las facilidades crediticias que hacen posible sustentar proyectos multiplicadores de los haberes. El cooperativismo -que de eso se trata- ha encarnado para la gente humilde principalmente una llave de éxito y en ocasiones su imagen y prestigio han sido usados para defraudar ciudadanos en diferentes magnitudes; de lo cual llama atención un gigantesco fraude que recientemente las autoridades dijeron haber descubierto por dos mil 500 millones de pesos en perjuicio de más de 20 mil asociados y ahorristas de modesta condición económica sorprendidos en su buena fe en el sector de Herrera, de Santo Domingo Oeste. En un local con amable fachada de entidad «solidaria» se dio cuenta de la confiscación de un fardo de documentos amañados y de riquezas atesoradas por años.
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Hallazgos que justificarían la presunción de debilidades en el ejercicio de control sobre agrupaciones que se alegan constituidas en base a las leyes que fundamentan la asociatividad bajo reglas de igualdad para sus miembros en la captación de ahorros y provisión de financiamientos. En virtud de las normas debe existir una estricta vigilancia a cargo de supervisores de funciones definidas. Se trata de un sistema de manejo de valores que debería estar subordinada a un mecanismo fiscalizador de solidez institucional equiparable al que eficientemente rige la banca tradicional.