Un gran delito, besarse en un espacio público

Un gran delito, besarse en un espacio público

Hace varios años que observo y relato en distintos artículos y trabajos la ambivalencia existente en nuestra cultura social del abordaje de la afectividad en las relaciones de pareja independientemente de su opción sexual (heterosexuales y homosexuales).

En artículos anteriores he analizado la existencia de un sistema de control social que prohíbe implícitamente el que una pareja pueda besarse en público. Este sistema de control social está presente en las relaciones vecinales, centros educativos, espacios laborales, parques y espacios públicos.

Recientemente he observado el mismo fenómeno en el malecón. Algunas noches he visitado un área donde se estacionan vehículos y varias parejas heterosexuales se sientan a compartir afectivamente. En ese espacio he observado la vista recurrente de agentes policiales que llegan en motores. Estos irrumpen el lugar y recurriendo a acciones totalmente violatorias de los derechos de las personas, apresan a parejas que se encuentran estacionadas en el interior de sus vehículos besándose. El delito, se estaban besando”.

Este fenómeno es recurrente. A pesar de que nuestra sociedad “permite” y “pauta” el amor desde expresiones físicas con caricias, besos y abrazos, controla y sanciona las expresiones públicas de este afecto. Así tenemos que “besarse” públicamente no está permitido, así como acercamientos íntimos entre parejas tanto heterosexuales como homosexuales.

Los casos de sanción pública a parejas que se besan o están “demasiado cerca” en parques y lugares públicos son innumerables en nuestro país. Las parejas (heterosexuales y homosexuales) que han intentado besarse o mostrarse afecto en parques o espacios públicos han sido apresadas o sancionadas por efectivos policiales. La asunción de esta pauta cultural de control del afecto en el espacio público convierte a las parejas en no-parejas y caminan por las calles sin abrazarse ocultando sus vínculos afectivos.

Este control del afecto se muestra en la ausencia de espacios para las parejas que a su vez ha generado la presencia de espacios “ocultos” “clandestinos” “oscuros” para estas. Una de las posibles causas de la proliferación de los llamados “moteles” esté relacionada con este sistema de control social del afecto, así se convierten los moteles, los callejones, los cines y lugares oscuros en el único espacio para esta expresión.

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