Un gran dominicano llamado Mario de Jesús

Un gran dominicano llamado Mario de Jesús

La carta colectiva que nos enviara José Rafael Lantigua con la infausta noticia de que el gran compositor dominicano Mario de Jesús falleció en México hace dos meses, nos despertó, además de asombro, rabia.

Porque consideramos inconcebible que un artista de la valía y reconocimiento de Mario de Jesús haya pasado sin pena ni gloria de la vida a la muerte. Mario César de Jesús Báez, el hombre, tal vez era, y lo fue de hecho, de sus familiares.

Sin embargo, Mario de Jesús no merecía una desaparición física anónima. El compositor de “Y”, “Adelante”, “Este bolero es mío”, “Que se mueran de envidia”, “Perdámonos”, “Besos de fuego” y   “Tengo el sentimiento herido”, entre tantas.

En el país, aún enterándonos tarde, los medios le dieron relevancia a la noticia de su muerte a pesar de que es cierto, tal y como sostiene Pedro Delgado Malagón, que él llegó “a la cumbre de su carrera fuera del espacio nacional”.

Sin embargo, ni la magia del buscador de Google nos confirmó su muerte, aunque sí el desapego de la patria azteca, lo que debe ser considerada una injusticia que los melómanos del mundo podemos reclamar: Mario no merecía una desaparición  anodina.

Lo mismo pensarían desde Lucho Gatica hasta Carmen Delia Dipini, sin olvidar que él debe haber sido recibido por un coro de primeras voces que le cantaron en vida y que se fueron antes que él.

Ahí estarían a ritmo de un tango memorable Carmen Delia Dipini y Libertad Lamarque cantando para su creador “Besos de fuego son los que tiene tu boca/ besos que matan y reviven a la vez/ es que te quiero con la furia de una loca/ porque sin ella, no viviré”.

En tanto que la fuerte voz de Javier Solís y la sentida de Roberto Yanés rogarían al señor para que perdone a los que hoy fueron capaces de ignorar a Mario de Jesús con “Ayúdame Dios mío… Ayúdame a olvidarlo… no quiero recordarlo”.

Y así como es ella de fuerte y desgarrante, Olga Guillot, desde Cuba o desde Miami –ahora qué importa- reafirmará la vieja revelación del creativo compositor cuando compuso “cría cuervos… y te sacarán los ojos”, cantándola con la rabia con que les cuento.

Otro que moriría otra vez, ante tal ignominia, sería Jesús Torres Tejeda, quien en su Fichero Artístico Dominicano clasificó a Mario de Jesús como uno de los mejores compositores del continente “su fama es universal”.

Visto así de simple, se puede llegar a pensar que una canción es un mensaje que se envía y si de algo sabía de mandados ese era Mario de Jesús (18-08-1924) que hizo este oficio en su natal San Pedro de Macorís y más tarde en la capital (fue mensajero de Aduanas).

Su trabajo de burócrata lo compartía con el oficio de cronista de espectáculos, tanto para el periódico La Nación como para la revista Salón Fígaro en Santo Domingo y en la Revista Teatral en Nueva York, a donde emigró en el 1946.

En la gran urbe, abrió en el 1949 su primera oficina de contrataciones artísticas y más tarde logra la representación de la disquera Verne, que es donde inicia su relación directa con lo músicos y los cantantes.

Fue a partir del 1959, cuando se fue a México como gerente de la Peer International en México, que Mario descubre su capacidad para hacer canciones. La luz le llega cuando escribió una contesta a la canción La callejera, entonces un éxito del cine mexicano en la voz de Fernando Fernández. Yo fui la callejera en la voz de Estela Reynold, de gran impacto, fue su inició como compositor.

Según tiene entendido el melómano e historiador Euclides Gutiérrez Félix, Mario fue alumno, en San Pedro de Macorís, donde nació en el 1924, de Pablo Bello quien dirigió  la banda de música en su mocedad.

“Mario es una expresión de los grandes compositores dominicanos que invadieron el pentagrama del bolero dominicano, que se va a México, que fue un excelente escenario para él”, afirma Gutiérrez Félix.

De cuya valía dan cuenta las 250 canciones que conforman su aporte al acervo cancionístico latinoamericano, lo que invita a valorarlo en la estirpe de Rafael Hernández o José Alfredo Jiménez, no solo por la calidad de sus canciones, sino además por la variedad de temas y de ritmos en que se movió.

“Un rasgo de él fue la orientación hacía el mercado. Era un compositor que procuraba crear de acuerdo a lo que, en letra y música, pudiera tener mayor acogida y le entregaba sus canciones a los artistas que mejor se acoplasen a esas composiciones”, afirma el musicólogo y sociólogo José del Castillo.

En tanto que Rafael Solano, reconocido por Pedritín Delgado como uno de los tres grandes del bolero dominicano, lo considera “como el compositor dominicano que ha tenido mayor proyección internacional, durante muchos años, ahora está Juan Luis Guerra. Escribía con un gran sentido del humor, tenía mucha conexión con lo popular y tuvo grandes intérpretes”.

Fue el maestro Solano el que nos comentó que Mario de Jesús le produjo un LP a la gran intérprete Rhina Ramírez y ella nos lo confirmó, “fue en el 1969, Rhina en México, él me dio mucho apoyo realmente”.

Revisando su vida, nunca lo encontramos desligado de su pueblo ni de su arte y creemos que nadie nos podrá arrebatar lo que nos regaló como herencia eterna: decir que el creador de esas grandes canciones es dominicano.

Canciones nuestras -y de todos- hace mucho tiempo y en distintas voces.  Detrás de todas, la suya. Para él, un stand ovation.

Bibliografía

El Bolero, visiones y perfiles de una pasión dominicana

José del Castillo, Pedro Delgado Malagón y Marcio Veloz Maggiolo. Colección Verizon. Editora Taller, 2005.

Fichero Artístico Dominicano

Jesús Torres Tejeda. Tomo I, Impresora Intergrafic. 1996

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