Un gran reto para los perredeístas

Un gran reto para los perredeístas

El gran reto que tiene por delante el PRD con miras a las elecciones del 16, no es solo poder realizar reuniones y convenciones con orden y respeto para escoger sus dirigentes partidarios y sus candidatos a todos los cargos elegibles que son muchos,  sobre todo el presidencial, sino su capacidad para convencer a la sociedad, no solo a sus compañeros, que su partido está unificado y que todos juntos se lanzarán como un solo hombre a apoyar su proyecto.

Porque el PRD tiene mucha gente con condiciones presidenciables, pero no  con las posibilidades para lograrlo. Dicho partido cuenta con varios dirigentes que han manifestado sus aspiraciones, pero todo el mundo sabe que hasta ahora entre ellos solo hay tres que tienen posibilidades o que cuentan con estructuras para poder llevar a cabo tareas exitosas para ganar las contiendas internas: Hipólito Mejía, Miguel Vargas y Luis Abinader.

Los demás aspirantes de alguna manera dependen del apoyo que alguno de los mencionados más arriba pueda darle, especialmente Hipólito Mejía. Y  aunque siempre está latente en las mentes de algunos perredeístas un posible candidato extra partido, a mi juicio esa idea no progresa en dicha organización.

Todo indica que su candidato presidencial habrá de ser un dirigente conocido y de pura cepa, pero entre ellos hay quienes de alguna manera se han visto envueltos en confrontaciones y distanciamientos por largo tiempo, que incluso les costó el gobierno en las pasadas elecciones; lo que indica, que los esfuerzos tendrán que ser lo suficientemente eficaces como convincentes, pero sobre todo lograrlo con el tiempo necesario, a fin de que su accionar no deje dudas de que la unidad es real y los acuerdos respetados, tanto por perredeístas como entre los indecisos.

Esto lo escribo, no solo como amigo del PRD o  de algunos de los posibles candidatos, sino como ciudadano que cree en la conveniencia y necesidad de que este partido pueda superar su situación interna.

 Porque tienen un camino muy largo que recorrer, ya que no pueden esperar que de la noche a la mañana o producto de una varita de virtud, mucha gente pueda despejar las dudas, sobre si uno de los que se han visto envueltos en diferencias abismales es proclamado como candidato, los demás lo seguirán unitariamente y con entusiasmo.

Indudablemente que lo pueden lograr  y con el tiempo convencer a la gente de ello, pero tienen que comenzar a dar muestras palpables de que el deseo de unidad no es coyuntural ni de conveniencias tácticas; enmendando parte de las causas que han motivado esas consecuencias; tomando conciencia de  que tienen que curar la enfermedad en el paciente, no en la sábana; que lo que le ocurra a uno los afecta a todos.

Los líderes perredeístas tienen además que convencerse a sí mismos de que en realidad quieren el arrepentimiento, antes de confesarse, pues  de lo contrario, si lo hacen para cumplir  una formalidad,   no se producirá la indulgencia.  

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