Nos hemos metido en un hueco oscuro, y en medio de la oscuridad no podemos discernir y mucho menos hacer análisis objetivos que beneficien a nuestro país; ha pasado todo lo contrario, actuamos por intereses personales y por los privilegios que podamos obtener de los partidos convencionales.
En medio de esa oscuridad debo ser atrevido y decir mi perspectiva como un escritor que no tiene compromiso con ningún sector, excepto con Dios, con mi familia y con mi pueblo. Debo expresar, que ese hueco oscuro ha sido construido por nosotros mismos, hemos creado fantasmas que nos castigan y gobiernan nuestras emociones, fantasmas que se convierten en paradigmas, dejando en nosotros un sentir de impotencia y de repetición infructífera. Esos paradigmas que controlan nuestro accionar, no nos permiten hacer decisiones responsables que cambien el rumbo de nuestra historia sociopolítica. El hueco oscuro nos crea un sentir de fracaso y de impotencia. Desde la muerte del tirano Rafael Leónidas Trujillo, hemos luchado por cambios, por una real democracia y por una reducción de la corrupción que tanto nos ha generado pobreza e inseguridad social en cada familia dominicana, y ya después de más de medio ciclo de luchas, miramos hacia atrás y notamos que las cosas siguen igual o peor.
Lo que más me sorprende es que como dominicanos exigimos cambios, hacemos huelgas, creamos consignas en contra de la corrupción pero al final de la obra volvemos a elegir no sólo personas corruptoras y corruptas, también elegimos las mismas estructuras políticas, los mismos partidos y los mismos fracasos. No somos capaces de crear una ruptura, y pensar en candidatos como un Guillermo Moreno. Nos quejamos pero no somos capaces de lanzarnos. Escucho muchas frases como: Guillermo Moreno no ganará porque es parte de un partido pequeño, porque es muy serio, porque no hace alianzas con los partidos mayoritarios, no hace oposición, etc, y precisamente esas frases son virtudes y no debemos verlas como debilidades, la confusión que genera el hueco oscuro no nos permite pensar de forma clara, es como que hemos perdido la capacidad de elegir y elegir bien.
Debemos tener cuidado cuando escuchamos que un candidato no hace oposición, hay sectores que fabrican leyendas con el fin de no generar cambios sustanciales. Generalmente, algunos de esos sectores se encuentran en los partidos convencionales que han manejado el Estado como empresas privadas, sin rendir cuentas al pueblo dominicano, y lo han hecho por décadas. Es bueno recordar que esos sectores están a tiempo completo en la política, manejando sumas ostentosas, y esto genera ventajas sobre aquellos que no pueden estar a tiempo completo y que no poseen una fortuna de origen cuestionable. La oposición no se circunscribe a lanzar gritos en el aire y ser un dramaturgo, es más que eso; cuando planteamos políticas de cambios, cuando decimos la verdad, cuando confrontamos la corrupción, también es oposición, y es precisamente lo que Guillermo Moreno ha hecho; ha fijado posiciones críticas y es una persona propositiva; ha sido coherente y esa coherencia es lo que puede afirmar una labor de oposición. Su carácter y su integridad es la mejor oposición.
El hueco oscuro nos da una claridad para poder ver que la política dominicana se ha convertido en un modus vivendi, por eso la mayoría de los candidatos y seguidores quieren seguir disfrutando del pastel, para eso ellos validan los líderes tradicionales y segundo, reproducen las prácticas tradicionales, esto les garantiza permanecer en la esfera del poder. Es ahí, donde Guillermo Moreno difiere, y parece ser que él, como ciudadano y candidato presidencial nos extiende una invitación, no necesariamente como un liderazgo nuevo, pero si alternativo y honesto. Aquí no hace falta más entrenamiento de integridad, más seminarios, lo que nos hace falta es un liderazgo con un espíritu disruptor y sin temor.
Debemos parar la práctica que cuando un partido pasa por el gobierno se queda “buchú”y es ese mismo sector que valida a los partidos tradicionales, legitimando el clientelismo y toda acción antidemocrática con el fin de quedarse con una cuota o en esa esfera del poder.
Estamos como atrapados, es como una trampa social , y debemos plantearnos seriamente si vamos a dar un paso hacia adelante o seguimos caminando hacia atrás.