Un huésped indeseado

Un huésped indeseado

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

El coronavirus llegó a nuestro país para quedarse, vino de mudanza con toda su maldad y su carga de muerte.

Ello así, porque en este país nadie quiere respetarlas instrucciones, y hasta ruegos, que se hacen para que no haya aglomeración de personas, para que se guarde la distancia social de dos metros entre unos y otros. Como que siempre seremos el país del chernaje, la chercha y el allante,la chulería y el yo mismo soy.

Nunca la autoridad nacional ha sido ejercida con tanta blandenguería como ahora. Ahora, cuando se necesita mano dura, el gobierno saca un guante de cabritilla para tratar a los que violan las disposiciones que les benefician, que van en favor de su salud, de su vida. Mano dura quiere decir respeto a la ley, sin contemplaciones.

No soy adivino, ni lerdo, sabio o el más advertido,meditando sobre el problema me permito compartir con ustedes esta visión:

Levantada la cuarentena, la vida volverá a ser como antes, con las limitaciones impuestas por la nueva realidad, si es que se observan algunas. Una explosión de alegría recorrerá el espinazo del país. Alguna entusiasmada“autoridad” proclamará: el país está libre del coronavirus.

Lo que no le dio tiempo a investigar a la autoridad, es que el día que se proclama el problema como erradicado, 30 borrachos de Barahona, un grupo de tígueres de La Romana, un centenar de higüeyanos festejadores, 3 o 4 docenas de alegres puertoplateños, unos cuantos bebedores dela orilla derecha del Yaque dormilón, en Santiago, en La Vega, en San Juan, y no son los únicos, están en el quinto y sexto día del desarrollo del coronavirus.

Ello permitirá la continuidad de la existencia del virus en el país, vaya usted a saber hasta cuándo, por eso digo que se mudó para República Dominicana.

La euforia provocada por el levantamiento de las restricciones nos liberará de los guantes y de la careta, nos servirán los tragos en vasos usados una y mil veces, los mozos no tendrán ninguna protección.

Volverán los choques de manos, los abrazos, los besos, los saludos físicos, nos dirigiremos a los demás desde una distancia no mayor de medio metro, sin ninguna protección.

Ya el coronarivus pasó, proclamaremos ¡a celebrar! Playas,bailes, canes, juegos de domino, tablero, tertulias. La vida vuelve con sus costumbres, sus estilos, sus expresiones culturales. Compraremos yaniqueques,bienmesabes, jalaos, dulces de coco, bobotes, trozos de ricas arepas de maíz dulces y saladas, preparados y vendidos sin ninguna higiene

Con la normalidad vuelven las malas prácticas. La higiene volverá a ser ninguna y los pastelitos con pique y sin pique reinarán nuevamente.

La autoridad debe frenar el can y la chercha, como única forma de erradicar el coronavirus. Estamos advertidos.