Un imperativo nacional: hacer una revolución agropecuaria

Un imperativo nacional: hacer una revolución agropecuaria

El lapso 1966-1982 constituyó un período extraordinario para el desarrollo de la agropecuaria dominicana. Realidad sustentada en lo siguiente:

– Tuvimos excedentes en los productos agropecuarios que producíamos. La producción no fue mayor porque teníamos, en muchos productos, cuotas de exportación.

– La producción azucarera batió todos los récords, tanto en los ingenios privados como públicos.

– La producción de café y cacao rompieron los récords.

– La producción de arroz, con las semillas mejoradas, cubrió la demanda nacional.

– En la frontera se vivía bien, gracias al cultivo de las oleaginosas.

– Aunque los agricultores ganaban un salario inferior al de la Capital y Santiago, tenían un mayor poder adquisitivo, porque no pagaban pasaje, ni renta y trabajaban como obrero entre cosechas y criaban sus propios animales. Vivían dentro “salario diferenciado”, una de las razones del éxito del desarrollo económico chino.

– La profesión de agrónomo pasó de ser común a ser estimada y se enviaron 200 jóvenes a prepararse en las mejores universidades del mundo.

A partir del 1982, hubo un cambio dramático en la agropecuaria. ¿Qué pasó?

– Una creciente proporción de los políticos eran urbanos.

– Se permitió el uso de la PL-480 (excedentes agropecuarios norteamericanos subsidiados), medida que sacudió la producción agrícola y destruyó el cultivo de las oleaginosas, afectando, dramáticamente, el equilibrio socio-económico de la frontera.

– Bajo un concepto de capitalismo fundamentalista “se destruyó el CEA”.

– Se redujo apreciablemente la inversión gubernamental en la zona rural y se fue bajando, abruptamente, los préstamos bancarios a la agropecuaria hasta llegar a apenas 3%.

La situación de la agropecuaria internacional actual obliga a que emprendamos una revolución agropecuaria.

Los precios internacionales de los productos agropecuarios se han duplicado y el equilibrio de la estructura de precios es altamente vulnerable. ¿Qué aconteció?

– Del 1962 al 1993, vivimos “la gran revolución verde”, que multiplicó, exponencialmente, la producción debido a las semillas mejoradas que permitían, cada vez más aumentos en el uso de fertilizantes.

– A partir del 1992, el aumento de la producción por hectárea se paralizó, se había llegado al límite del uso de los fertilizantes y las semillas mejoradas.

– En los últimos 15 años, aumentó por más de 100% el número de personas que consumen carne, duplicándose la demanda de granos.

– De 1990 al 2000, el número de días de existencia de granos era 94.8 días; del 2000 al 2012, bajó a 72.7, siendo en 2012, 66 días, la más baja en 40 años, creando una enorme vulnerabilidad en la estructura de precios, si ocurriera cualquier falla climática en alguna región exportadora. Esto constituye un gran peligro para cualquier país importador, poniendo extrema presión en su equilibrio cambiario.

Con un mínimo respaldo del Estado, se cultiva en el país tabaco, cacao orgánico, aguacate, guineo orgánico, de los mejores del mundo. ¿Cuál podría ser nuestro futuro? depende de lo que queramos. Podemos exportar más de cien veces la actual: reduciendo hasta eliminar, como ha hecho México, Brasil y varios países de África, las barreras a la competitividad, como: el sobrecosto eléctrico, carga, puertos; ausencia casi total de préstamos agropecuarios. Necesitamos una mayor inversión del Estado. Ejemplo: si niveláramos con rayos láser un millón de tareas irrigables, costo que equivale a dos pasos a desnivel en la capital, aumentaríamos el área bajo irrigación en un 30% (para lograr esto se necesitarían dos grandes presas) y la producción de un 25 a 35%.

El Presidente Danilo Medina, primer Presidente dominicano en 82 años oriundo de un campo profundo del Sur (el ex presidente Mejía procede de un campo semi-urbano de Santiago) y el Ministro de Agricultura, hombre con gran experiencia, están ante dos alternativas: pueden seguir haciendo importantes mejorías en los márgenes o encabezar la revolución agropecuaria que el país necesita como paso previo para el gran salto cualitativo de nuestra economía, lograr una profunda mejoría en la equidad social y fortalecer el equilibrio cambiario.

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