Uno de los hechos más escandalosos de la historia dominicana se llevó a cabo en la Nochebuena de 1905: el presidente de la República, Carlos Felipe Morales Languasco (Puerto Plata, 23 de agosto de 1867-París, Francia, 1 de marzo de 1914), encabezó un movimiento armado contra su propio Gobierno.
Morales llegó a la Presidencia el 24 de noviembre de 1903, y presentó la renuncia al cargo el 12 de enero de 1906. Lo sustituyó el entonces vicepresidente Ramón Cáceres. Morales había encabezado la triunfante Revolución Unionista, el 24 de octubre, en Puerto Plata, contra el gobierno lilisista de Alejandro Woss y Gil.
Pero la misma fuerza que lo llevó a la Presidencia de la República sería la que provocaría el permanente estado de inestabilidad en que se mantuvieron sus más de dos años de gobierno: la alianza de jimenistas (bolos) y horacistas (rabuses), situación que se sumó al grado de debilidad económica en que vivía el país.
Antes de cumplir un mes en el ejercicio de sus funciones, Morales le manifestó al encargado d Negocios estadounidense en nuestro país, William Powell, su disposición de colocarnos bajo el protectorado de los Estados Unidos por un periodo de cincuenta años, a cambio de apoyo económico.
El vacío de poder que caracterizó el gobierno del ex sacerdote Morales trató de llenarse con la presencia norteamericana.
Para enfrentar la crisis que se le presentó a finales de 1903 y a principios de 1904, Morales no sólo contó con el apoyo de los horacistas: fue fundamental la participación de la Infantería de Marina de los Estados Unidos.
Para entonces contábamos prácticamente con tres gobiernos, caso único en la historia nacional y probablemente en toda América: el que tenía su asiento en la Capital, presidido por Morales Languasco ; el de Azua y Barahona, encabezado por el general Luis Pellestier, y el de la Línea Noroeste, bajo la dirección de Desiderio Arias y Demetrio Rodríguez.
Cada una de estas administraciones contaba con Ejército y con recaudaciones fiscales propios, estas últimas obtenidas principalmente a través de los impuestos aduanales.
El estado de dependencia del Gobierno ante los Estados Unidos era tan marcado, que no sólo firmó el 20 de enero de 1905 la primera Convención Dominico-Americana, sino que a partir de ese año el dólar estadounidense pasó a ser la moneda nacional; se mantendría como oficial hasta 1947, con la creación del Banco Central.
La República Dominicana no contaba con las bases materiales que hicieran posible la presencia de una clase gobernante que dirigiera eficientemente el país, lo que explica que el jefe del Estado fuera tan inestable, como puede apreciarse en unas declaraciones que hizo Morales Languasco sobre los caudillos Jimenes y Vásquez: “Mi viejo amigo don Juan Isidro Jimenes, quien ha sido el director de la causa por la cual yo he hecho tantos sacrificios, me encontrará siempre leal; y el general Horacio Vásquez, quien en la actualidad vive retirado en un país extranjero, pero, cuyo lugar en la dirección del partido ha sido ocupado por el general Ramón Cáceres, candidato a la vicepresidencia, también encontrará en mi una garantía para sus intereses”.
Benjamín Sumner Welles. Las Viña de Naboth”, Tomo II, Editora Taller, Santo Domingo, p. 76).
A pesar de que durante el 1905 las exportaciones de nuestro país (US$6,880,890) superaron las importaciones (US$2,736,828), la situación económica no experimentó ninguna mejoría.
De acuerdo a Melvin Knight las únicas entradas que percibía el Estado dominicano proce