La transición, que dura un cuarto de año por mandato constitucional, preocupa como etapa de indefiniciones y escasez de informaciones. El Presidente electo se confesó abstraído; concentrado en el pre diseño de su obra de gobierno, desconectado de la opinión pública transitoriamente, siendo tan necesario que el vínculo exista siempre con participación de la prensa nacional a la que apenas habla, tras la notable verbosidad electoral. Esta etapa está siendo llenada con endeudamientos; con más obligaciones para las nuevas autoridades en lo inmediato. Más bonos como carga nacional, presumiendo el país que esto ocurre porque un Gobierno se va y aprovecha para endeudarse hasta el minuto final con anuencia o no del Gobierno naciente, también del PLD.
Entre bastidores, los morados que se van (?) se estarían poniendo de acuerdo con los morados que llegan. No hay certeza; y preocupa que surjan más ataduras crediticias que ya arriban al 33% del PBI e implican menores posibilidades de echar adelante en agosto cuando vendría lo que nunca se hizo y faltan por alcanzar metas sociales ineludibles. Mientras, la transición provoca que inversiones privadas se pongan lentas. Un apagamiento que contrasta con el protagonismo de la administración saliente que no por mucho inaugurar al cierre deja llano el camino para lo que sigue y sí un déficit de realizaciones superiores a los haceres de varilla y cemento.
¿Cómo creer en la calidad?
Digenor, la Dirección General de Normas y Sistemas de Calidad, existe desde hace muchos años pero falta generar más confianza en sus controles, imprescindibles para que el ciudadano reciba productos elaborados con los componentes y propiedades que dicen sus etiquetas. En ocasiones el organismo ha estado en guerra contra entidades que protestan por la mala calidad de comestibles o exigen poner fin a los engaños en el despacho del gas propano seriamente cuestionado en el país.
Ahora dice que para cumplir bien sus fines debe convertirse por ley en Instituto Dominicano para la Calidad y entonces velar para que los productos dominicanos satisfagan los mercados internacionales. Mientras, aquí seguiremos sin poder asegurar que cada líquido blanquecino que circula en el mercado a título de leche es realmente leche, ni certeza sobre los ingredientes que se utilizan para fabricar embutidos.