Un justo tributo a su memoria

Un justo tributo a su memoria

La partida del Dr. Hugo Mendoza constituye una sensible pérdida social. Un hombre de excepcionales condiciones éticas y morales, dedicado al cultivo de la ciencia y la investigación, generosamente puestos al servicio de su vocación de médico pediatra por amor a la humanidad.

El periódico Hoy le dedica su editorial, sintiendo el pesar de su partida “que solo se atenúa por las huellas de bien que dejó a su paso por este mundo”. Diario Libre también le dedica emotivas palabras: “tenía, por encima de todo, una cualidad invaluable: generaba en sus pacientes una absoluta confianza… una excepcional capacidad de empatía.” El Día comenta la muerte “del padre de la pediatría dominicana” citando las palabras del Secretario de Estado de Salud: “Era un médico que consagró su vida al bien de la patria”.

En su enjundioso panegírico, el presidente de la Academia de Ciencias de la República destacó las magníficas aportaciones de este miembro ilustre, fundador de la Academia, pionero de la investigación materno infantil, de la enseñanza en el campo de la pediatría, y de su noble compromiso por el mejoramiento de la salud, lo que le valió ser reconocido por el Estado y numerosas instituciones nacionales, igual que por universidades y organismos internacionales, siendo privilegiado por la Asociación Médica Mundial con la alta distinción que lo acredita como “Médico Dedicado al Cuidado de la Salud del Mundo”.

En su homilía de cuerpo presente, el cura oficiante apela a la Palabra Santa para atribuirle al Dr. Mendoza todos los atributos y las virtudes que ésta le confiere al hombre sabio, “que se llena de la sabiduría de Dios”.

Ante tanta grandeza ¿cómo hacer que su obra permanezca en la memoria del pueblo? Cómo lograr que su fructífera vida no perezca? Cómo honrar a este gran hombre? Ciertamente el nombramiento de una calle o de un nuevo hospital designado con su ilustre nombre, como ha sido costumbre, sería siempre un merecido homenaje de grata recordación. Pero nunca tan perdurable y satisfactorio como el de ver hecho realidad, más pronto que tarde, su más caro anhelo: el de prevenir eficazmente tantas epidemias y enfermedades virales y contagiosas: reducir tanta mortandad que llenan de infamia la salud del pueblo.

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