Un largo camino por recorrer
FIDELIO DESPRADEL

Un largo camino por recorrer<BR><STRONG>FIDELIO DESPRADEL</STRONG>

El deterioro de la cultura productiva y la corrupción constituyen los signos principales de la política económica del gobierno presidido por el doctor Fernández. Esta República Dominicana del presidente y sus socios, consume más que lo que produce, y los dueños y socios del gobierno, en vez de elaborar planes a mediano plazo para revertir esta situación y hacer del gobierno y demás instituciones del Estado unos facilitadores de la cultura productiva y potenciadores del aparato productivo nacional, lo que han hecho, en provecho propio y de minúsculas cúpulas, es profundizar su modelo y desarrollar una descomunal estrategia de comunicación, donde aparecemos como un país “moderno”, en capacidad de consumir todo lo que se nos ofrezca, mientras la educación y la salud languidecen, y los centenares de miles de productores, del campo y la ciudad, sobreviven totalmente desguarnecidos.

Con un déficit de cuenta corriente que puede superar en este año los cuatro mil millones de dólares y un “equilibrio” que solo ha podido sostenerse por la entrada creciente de inversores extranjeros (el grueso de los cuales nada tiene que ver con la producción), y con los dólares producidos por ventas a extranjeros, tan dañinas como la de Brugal y de muchas de nuestras mejores playas y tesoros ambientales, el doctor Fernández y sus socios preparan la opinión publica para que “se apriete el cinturón” por las amenazas “externas” a nuestra economía, como si la fragilidad de nuestro modelo y política económica no tuvieran nada que ver con las amenazas que se ciernen sobre el grueso de los dominicanos y dominicanas.

Las fuerzas políticas, sociales y ciudadanas que nos agrupamos alrededor de la candidatura de Guillermo Moreno y María Teresa Cabrera y de la política que le sirvió de sustento, tenemos que hacer ingentes esfuerzos por definir con claridad nuestros próximos pasos, preparándonos lo mejor posible, para ir llenando el vacío de oposición política que ha caracterizado estos cuatro años de gobierno.

Solo desde este litoral puede desarrollarse una auténtica oposición política, que impida que los grupos de poder utilicen la crisis que se avizora para profundizar en el modelo consumista, sin producción, acentuando la pérdida de nuestra cultura productiva, e impidiendo que las “apretaderas de cinturón” se haga a costa de la mayoría del pueblo dominicano.

Eso y mucho más es lo único que podemos esperar los dominicanos y dominicanas de este gobierno y de sus socios. Y las cúpulas de la conjunción de partidos y fuerzas políticas que disputaron el poder al doctor Fernández en las pasadas elecciones, no están en capacidad, como lo demostraron en los pasados cuatro años, de desarrollar una oposición política coherente, en cuyo horizonte esté la construcción de una nueva mayoría alrededor de un modelo y política económica y social, distinta y opuesta a la que nos han impuesto.

Pero esto es fácil decirlo y muy difícil y complejo de llevarlo a la práctica. Para hacerlo correctamente, lo primero que tenemos que hacer es desprendernos de ciertos enanismos que enturbian nuestra visión y practica políticas, entender que en los meses anteriores tan solo dimos un paso en la dirección correcta; que tenemos que atraer a esta nueva acción política a amplios sectores de las clases medias y del complejo mundo de la producción (agrícola, pecuaria y manufacturera) y ganarnos el corazón de los humildes; y que tenemos que empezar a comportarnos como entes capaces de encabezar la oposición política a este mal gobierno y de ejercer el difícil oficio de gobernar; y principalmente, que tenemos que actuar de forma tal que todo aquel en capacidad de aportar en esta gran jornada, sienta un sentido de pertenencia a la política y a las instancias organizativas que hemos de impulsar.

Nada de simplismos y simplificaciones. Recién estamos empezando y nos queda un largo y complejo camino por delante. Necesitamos que nuestros mejores hombres y mujeres se doten de la mayor dosis posible de grandeza; de esa grandeza que ha caracterizado a nuestros líderes progresistas, en determinados momentos de nuestra historia.

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