Fue laureado y fértil compositor de música sinfónica. Además, tocaba piano y violín. Entusiasta deportista, simpatizó y jugó con el Licey, pero durante el campeonato nacional de béisbol de 1936 dirigió las Estrellas Orientales. Se distinguió también como escritor, maestro, articulista de opinión. Pero sus mayores méritos fueron en el ámbito filarmónico, donde principalmente se desempeñó y ganó reconocimientos locales e internacionales.
El primer director de la Orquesta Sinfónica de Santo Domingo en 1932, suscitaba tal admiración que algunas de sus obras fueron estrenadas o interpretadas en el extranjero. Su Sinfonía Número Uno debutó en 1941 con la Orquesta Sinfónica de la National Broadcasting C. de Nueva York, bajo la dirección de Franz Black, y en 1946 fue invitado por la Universidad de Ciudad México para dirigir la Orquesta Sinfónica de esa institución. Fue muy elogiado por la crítica de ese país.
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Enrique Mejía Arredondo se dedicó casi completamente al arte, recorrió el país interpretando sus múltiples oberturas, suites, poemas, sinfonías y compuso sin descanso hasta su muerte repentina que ya le había amenazado durante una presentación en el teatro La Progresista, de La Vega, el 1 de octubre de 1949.
Dirigía la primera parte de un concierto de la Sinfónica y al terminar la ejecución del movimiento “Introducción Allegro” de la Sinfonía Número 4 de Schumann, cayó al suelo mientras saludaba al público que lo ovacionaba, víctima de un edema pulmonar con complicaciones cardíacas. Salvó la vida milagrosamente y gracias a la intervención de los médicos del hospital “La humanitaria”.
Películas mudas
Enrique comenzó sus estudios musicales con su abuelo, José María Arredondo, uno de los más prolíficos compositores de su época. Continuó con el maestro José de Jesús Ravelo, con el violinista austriaco Willey Kleinberg, quien fue director de la Orquesta Sinfónica de Breslaue intensificó estudios de composición e instrumentación con Enrique Casal Chapí.
Su madre, pianista, también le ayudó en sus años de formación.
Estudió piano y armonía con Américo Lugo Romero (Chilín) y con José de Jesús Ravelo.
A los 16 años ya tenía su propia orquesta “que musicalizaba las películas mudas en los teatros Independencia y Colón, y tocaba además en el Capitolio y en el Travieso. Era pianista en las orquestas que se formaban para acompañar a las compañías de óperas, operetas y zarzuelas que visitaban el país”, consigna Arístides Incháustegui en “Por amor al arte”
Mejía combinaba la música con los estudios. Luego de hacerse bachiller ingresó a la universidad a estudiar derecho, pero interrumpió la carrera.
Sus primeras composiciones fueron canciones románticas como “Quisiera” y “Manantial”. Luego compuso “Lamento indio” y “Flor de montaña”, esta última estrenada en Nueva York.
Incháustegui refiere que la primera obra importante de Mejía Arredondo fue la obertura “12 de Julio”, que le mereció un premio de mil pesos del gobierno de Horacio Vásquez.
Otras creaciones suyas son “Reverie”, para piano y violín; “Pequeña suite para orquesta”; “Renacimiento”, poema sinfónico “inspirado en el renacer de la ciudad de Santo Domingo después del ciclón de San Zenón de 1930; “Sinfonía Número Uno en La Mayor, a la memoria de Francisco del Rosario Sánchez”; “Cuento nocturno”, “Pagoda”; “Dos evocaciones”; “Segunda sinfonía en Do Mayor”, dedicada a su madre.
El artista se desempeñó, además, como subdirector de la Orquesta Sinfónica Nacional y temporalmente ocupó la posición de director.
Era un gran atleta
“Muchas personas que lo conocieron en el campo de juego con un bate en las manos, se sorprendían al verlo luego con levita y manejando magistralmente la batuta”.
Fundó la Sociedad de Compositores Dominicanos, preocupado por la suerte de sus compañeros, y la presidió hasta su muerte.
Enrique nació en Santo Domingo el 24 de diciembre de 1901, hijo de Enrique Mejía Portes y María Arredondo Miura. Estuvo casado con Rosa Ferrés, madre de sus hijos Rhino, Régulo, Orlando y Juan de Dios.
Falleció el 5 de febrero de 1951 en su residencia de la calle Arzobispo Portes 84, a consecuencia de un quebranto cardiaco.
La calle
El 27 de julio de 1977, después de exaltar con profusión los méritos de Enrique Mejía Arredondo, el Ayuntamiento del Distrito Nacional le asignó una calle específica, la denominada “E” del sector Altos de Arroyo Hondo Primero. Sin embargo, no se ha aplicado la designación. La vía con su nombre no existe.
Está pendiente honrar la memoria de esa gloria del arte.