Un letrero exorbitante

Un letrero exorbitante

Luis Scheker Ortiz

Seguramente miles y quizás millares de personas al igual que yo, que transitan día, tarde y noche por la autopista El Coral, al cruzar la provincia y municipio de La Romana no podrán dejar de abrir ojos y ver conturbado un letrero enorme, de un tamaño descomunal, enclavado al borde de la espléndida autopista que conduce de ida y vuelta, de este a oeste y viceversa la rica región sureña, irrumpiendo el exorbitante letrero el hermoso paisaje que nos brinda la madre naturaleza embelleciendo esa extensa zona de grandes pastos para la ganadería y sobre todo de infinitos cañaverales y verdes arrozales.

La ubicación del oprobioso letrero tiene su origen cuando algunos magnates de la Cervecería Nacional Dominicana se le ocurrió la luminosa idea de concertar una entrevista con el entonces presidente de la República, Generalísimo Dr. Rafael Leónidas Trujillo Molina siendo recibidos por este en su despacho brindándole el honor de que fuera él quien pusiera nombre el nuevo y exquisito producto cervecero habiendo escogido el nombre de Cerveza Presidente, para perpetuar su nombre como presidente de la República, sin sospechar que poco tiempo después su nombre seria olvidado para siempre como en efecto ha sucedido.

No llego a explicarme como desde entonces a ningún Gobernador de La Romana ni al Ayuntamiento o algún ciudadano de esa localidad haya propuesto erradicar de un cuajo y ponerle fin a ese horrendo letrero, habiendo transcurrido más de medio siglo del ajusticiamiento del funesto Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo.

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Sin embargo seguimos viendo como con singular indiferencia ese mostrenco letrero se burla de todos nosotros cuando recorremos esa la estupenda autopista que cruza la ida y vuelta de provincia de La Romana y sus linderos al parecer orgullosa ese gigantesco letrero que proclama la Cerveza Presidente como la mejor cerveza del mundo. Pero lo realmente, lamentable es la manera como ese burdo letrero malogra la maravillosa vista panorámica de ese paisaje esplendoroso, bello como un radiante día soleado, un placido atardecer, o una noche estrellada, de luna enamorada, como si aquel horrendo letrero fuera un símbolo patrio para que ningún gobernador provincial, concejal o persona de probada reputación haya sido capaz de indagar, cuestionar y, por que no, dar un primer paso que culmine con la eliminación de ese vetusto letrero enclavado en un lugar que no le pertenece

Doy por descontado, que aquel primer gobernador de lo que es hoy Provincia La Romana y gobernadores y vicarios que le sucedieron no podían ignorar esa ominosa concesión. Es seguro que a cambio de ese codiciado permiso recibieran una generosa gratificación. Es probable que aún igual o menor aun perdure. Pero no puede ni debe considerarse es que sea un punto muerto. Lo que importa es que sin mayor dilación desparezca de ese lugar ese mostrenco anuncio publicitario que nunca debió allí existir.

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