Un libreto “made in USA”

Un libreto “made in USA”

Característica histórica de los poderes imperiales es el de repetir una y otra vez un manoseado libreto para sacar de apuros a los dictadores que ellos mismos han creado. Esto hay que tomarlo muy en cuenta ahora que en el Norte de África y el Medio Oriente se movilizan pueblos para tratar de derrocar gobiernos autoritarios. Los dominicanos podríamos entender fácilmente lo que podría suceder en Egipto si nos guiamos por nuestra propia experiencia.

Luego del triunfo del Ejército Rebelde en Cuba en 1959 y de 31 años de apoyo a la tiranía trujillista, Estados Unidos propuso a Trujillo mudarlo a Suiza con toda su familia, vacas y caballos. Algo así tratan de hacer ahora con Mubarak en Egipto: salvarlo de la crisis sin que resulte afectado mínimamente. Cuando el megalómano caribeño se negó a abandonar el poder, el gobierno de Kennedy inició un movimiento clandestino para eliminarlo físicamente. Al final se logró acabar con Trujillo, aunque no fuera exactamente como ellos planearon. Algo así podría pasarle a Mubarak si persiste en contrariar en extremo al complejo militar-industrial estadounidense.

Luego del ajusticiamiento del tirano, Estados Unidos trató de continuar el trujillismo sin Trujillo a través de Joaquín Balaguer. Pero el pueblo dominicano no cedía y continuaba con sus movilizaciones exigiendo “Navidad con Libertad”. Entonces, el libreto “made in USA” estableció que se sacrificara momentáneamente el liderazgo de Balaguer teniendo el cuidado de preservarlo para situaciones futuras. Hay enormes probabilidades de que Mubarak sea ahora marginado, con toda la protección del poder imperial, para que ceda el paso a alguno de los que por décadas apoyaron la dictadura egipcia y ahora se presentan como demócratas a carta cabal.

Cuando Balaguer huyó en estampida en enero de 1962, La Embajada formaría un Consejo de Estado encabezado por Rafael Bonnelly, quien también fuera ministro y diplomático del tirano. Los aparatos represivos militares y policiales de Trujillo hicieron aparición entonces con un supuesto apoyo a las movilizaciones populares. Ese es más o menos el rol que ahora, en 2011, desempeña el mismo Ejército egipcio que durante 30 años apoyó a Mubarak. Más aún, tratan de ganar tiempo creando un liderazgo ficticio para el general Suleiman, jefe de los aparatos de inteligencia de Mubarak y gran aliado de Israel.

Este se encargaría de organizar unas supuestas elecciones democráticas en las cuales los intereses de Estados Unidos serían preservados, tal como hizo Bonnelly en 1962. Nunca se debe olvidar que los jefes militares egipcios tienen enormes intereses materiales acumulados. No en balde la Casa Blanca “ayuda” con pertrechos y equipos militares a Egipto por casi dos mil millones de dólares al año lo cual ha enriquecido asquerosamente a los militares.

En las elecciones dominicanas de 1963 el tiro le salió por la culata al poder imperial y Juan Bosch ganó la Presidencia venciendo a Viriato Fiallo, el preferido de la legación estadounidense. Algo así podría especularse para el Norte de África porque las probabilidades de que un candidato del pueblo egipcio, como El Baradei, pudiera ganar unas elecciones, son muy altas.

Siete meses después, militares trujillistas, oligarcas y jerarquía católica derrocarían al gobierno de Bosch cumpliendo con el libreto de cambiar las cosas para que todo siguiera igual. Asumiría entonces el poder en República Dominicana el grupo favorito de La Embajada formado por los trujillistas que se convirtieron súbitamente en anti trujillistas.

El pueblo dominicano rechazó aceptar por mucho tiempo el autoritarismo y se levantó el 24 abril de 1965 derrotando al ejército que con tanto esmero había creado Estados Unidos para Trujillo y su tiranía. Por eso Marines y Army invadieron República Dominicana. Éstos impondrían de nuevo el trujillismo con Balaguer como Presidente y se iniciaría la etapa más criminal y corrupta que conoce la historia dominicana. Con Balaguer en 1966 se completaba el libreto imperial de que a los pueblos se les puede conceder libertad, pero no mucha. Por eso siempre hay que mantener gobiernos autoritarios que defiendan al complejo militar-industrial que financia y sostiene cada dictadura corrupta que existe en el mundo actual. Y, además, asegura un “happy ending” en el que ninguno de los criminales y corruptos pueda ser castigado.

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