Un libro con título llamativo

Un libro con título llamativo

Hace ya varios años recopilaba artículos de contenido humorístico que publiqué en un diario de circulación nacional, para convertirlos en libro.

Al hacerlo, reparé en que aparecían en ellos hombres mujerófilos, otros carentes de sapiencia mundanal frente a las féminas, y hembras con alto coeficiente chiveril.

    Después de laboriosa meditación, consideré que un buen título para la obra sería el de Mujeriegos, Chiviricas y Pariguayos.

    La primera edición, de cinco mil ejemplares, se agotó rápidamente, y lo mismo sucedió con la siguiente, de mil.

    El pasado mes de marzo puse a circular un segundo volumen con el mismo título, pero con cuentos diferentes, y hasta el momento ha tenido excelente acogida en el avaro  mercado librero criollo.

    Es harto sabido que en el país, y en el resto del globo terráqueo, el libro impreso ha pasado a ser un artículo de uso poco frecuente.

    Conversando por la vía telefónica con mi amigo, el intelectual Ciro Coll, residente en Estados Unidos, a quien  envío ejemplares de mis obras, hizo un sesudo análisis de mi más reciente publicación.

   -Los hombres mujeriegos, como antaño fuimos tú y yo, tenemos muchas aventuras interesantes que contar, y si se relatan con gracia, como es tu caso, es natural que la gente disfrute con ellas- dijo, con tono enfático de abogado en estrados.

    -En cuanto a las chiviricas- añadió sin pausar- son mujeres encantadoras, capaces de seducir a cualquier hombre, incluyendo cundangos, con la exhibición de muslos y pechugas semidesnudos; por eso, la narración de sus chiverías, y de los enfrentamientos de pretendientes rivales iracundos, resultan apasionantes.

    El hoy tranquilizado tenorio aseguró que los hombres pariguayos en materia de mujeres, provocan las burlas de estas, y de los tiguerones mundanos.

    -En mis días de innumerables episodios románticos- expresó con entonación risueña- disfrutaba más derrotando a un competidor cándido e ingenuo, que a un experto labioso.

 Y es que pocas cosas resultan más divertidas que las timideces y metidas de pata de un pariguayo, cuando corteja alguna mujer.

    -No le quepa duda de que su libro, con situaciones donde participan esos tres personajes pintorescos, demandará otras ediciones- manifestó mi viejo enllave, pasando de inmediato a la habitual rememoración de sucesos de su agitada vida de soltero.

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