Un Libro revelador de crímenes del Jefe

Un Libro revelador de crímenes del Jefe

No sólo cuenta la agresiva rivalidad que existió entre Trujillo y Rómulo Betancourt y que culminó con el peligroso atentado en el que casi pierde la vida el gobernante venezolano. Es también una historia pormenorizada, reveladora, de crímenes en los que supuestamente estuvieron el cerebro y la mano de “El Jefe”, como fue el caso, por ejemplo, del asesinato del Presidente Carlos Delgado Chalbaud.

Santiago Castro Ventura escribe que Rafael Simón Urbina, el magnicida, era un hombre de Trujillo que  lo acogió y reeditó un libro de su autoría en el que éste denunciaba inclinaciones presuntamente homosexuales de Betancourt. “Trujillo sigue siendo el principal sospechoso de este asesinato de Estado, pero se mantuvo expectante, guardando las debidas reglas protocolares propias del caso”, apunta el  historiador.

Las referencias a éste y otros crímenes, persecuciones y atentados del régimen están contenidas en el libro “Trujillo vs. Betancourt ¡Rivalidad Perpetua!”, puesto a circular recientemente. Es sorprendente la cantidad de aventureros venezolanos que cita, reclutados y protegidos por el sátrapa para atacar con epítetos denigrantes y conspiraciones que fueron descubiertas y abortadas, al mandatario del Palacio de Miraflores. Reputados intelectuales criollos colaboraron con esta política, según el libro.

 El secuestro y posterior asesinato del Presidente Delgado Chalbaud merece gran despliegue en la obra. Luego de relatarlo, el médico y catedrático se refiere a una rueda de prensa que ofreció en Washington Luis F. Thomén, a un comunicado de la cancillería dominicana publicado en El Caribe y a otra declaración oficial atribuyendo el hecho a Rómulo Betancourt.

“Urbina encabezó el comando magnicida, pero de inmediato fue sacrificado a imagen y semejanza de similares procedimientos del equipo criminal del Generalísimo”, apunta Castro Ventura.

Se sorprende de la manera insólita en que Trujillo tomó la iniciativa de la investigación del crimen y afirma: “Se trataba de una hábil coartada, se mostraba interesado en esclarecer el atentado, por lo tanto, sería imposible que Trujillo tuviera participación.  De manera súbita el gobierno de Trujillo se convierte en vanguardia justiciera que pretende esclarecer el asesinato, obviando que en vida este pundonoroso militar sólo recibió múltiples dicterios de la poderosa maquinaria publicitaria trujillista”.   

Señala que con el montaje, el “Benefactor” se colocó en el sendero de la impunidad. “Nadie podría pensar en él a la hora de ubicar para quien trabajaba Simón Urbina y cuales serían sus verdaderos propósitos.. El éxito obtenido en este atentado le llevó a tratar de repetirlo diez años después, en el fallido intento contra Rómulo Betancourt”.

Destaca el nombramiento como embajador en Caracas “del temible Félix W. Bernardino, uno de sus agentes para crímenes internacionales.

Romance con María Martínez

En el libro, exquisitamente impreso, profusamente ilustrado, rigurosamente documentado, Castro Ventura alude la repetida versión que sustenta el encono de Trujillo hacia Betancourt en un presunto romance que tuvo con él Maria Martínez, su consorte.

“El investigador venezolano Julio Portillo afirmó que un político dominicano le aseguró que María Martínez fue novia de Betancourt en los años veinte. Lo real es que el venezolano residió en el país en 1929, llegó en el mes de mayo y durante ese periodo María Martínez, hasta junio, estuvo embarazada de Ramfis, que nació el día 5. Luego llega el periodo de puerperio, que en su caso tenía limites en julio, y Betancourt se retiró del país en agosto”, aclara.

Acota que “si existió algo fue muy fugaz. Hasta que no se presenten testimonios creíbles, todo se enmarca dentro de la fábula”. Además, agrega que Trujillo nunca demostró sentir celos por María y pone el ejemplo del oficial del ejército que le antecedió en el favor íntimo de la dama. Lo nombra y comenta: “Nunca hubo indicios de represalia contra ambos”

El texto, de 346 páginas, narra la trayectoria de Rómulo Betancourt, sus recorridos por los pueblos dominicanos, su oratoria, el negocio de exportación de plátanos con el que quiso asociarse Petán. Betancourt fue golpeado por no aceptarlo. “Desde muy temprano Betancourt sufrió en carne propia las tropelías de la familia Trujillo. Se acumularon rencores”.

Informa los movimientos de los exiliados dominicanos en Venezuela y el devenir de los gobernantes y rebeliones en ese país desde que el general Cipriano Castro (El Cabito) entró triunfante a Caracas con su Revolución Liberal Liberadora. El mandato de Gómez, su afección de próstata y todos los folletos, mítines, sueltos y crónicas de la intelectualidad trujillista criolla  y de venezolanos contra Betancourt, se reproducen en la obra.

Entre los amigos y/o favorecidos y asalariados venezolanos de Trujillo menciona a Luis Herrera Campins, Marcos Pérez Jiménez, los esposos José Vicente Pepper y Graciela Rincón-Calcaño de Pepper, Jorge Pocaterra, Leonardo Altive Carrillo, Eleazar López Contreras, León Jurado, Pedro Paredes Urdaneta, Néstor Maya, Maldonado Peña, José Vicente Gutiérrez y otros cientos.

Manuel Arturo Peña Batlle, Osvaldo Bazil, Joaquín Balaguer, Ramón Marrero Aristy, Telésforo Calderón, Fabio A. Mota, Noel Henríquez, Enrique de Marchena,  Emilio Rodríguez Demorizi, Fernando Arturo Garrido, J. M. Sanoja, Manuel A. Amiama, Mario Fermín Cabral,  José M. Pichardo (Paussanias), Rafael Matos Díaz, César Herrera, Manuel A. Goico hijo, José Rijo, Rafael Damirón, F. Benítez Rexach, Héctor Incháustegui, Carmen de Landaeta, Jesús María Troncoso, Arturo Logroño, Joaquín Cocco, Josefa Sánchez de González, Francisco Prats, Germán Soriano,  Minerva Bernardino, también se mencionan.

Los exiliados dominicanos en Venezuela Ramón de Lara, Ángel Morales, Buenaventura Sánchez, Juan Bosch, Luis F. Mejía, Juancito Rodríguez, Juan Isidro Jimenes Grullón, Toribio Bencosme, son referidos reiteradamente.

También se incluyen distinguidos opositores al régimen de Gómez, como Horacio Blanco Fombona, asilado en Santo Domingo que escribió en 1932: “Desde el año 21 en que el general Juan Vicente Gómez estuvo a las puertas de la muerte debido a una inflamación de la próstata, la política de Venezuela se ha convertido en una política prostática. De pronto la voz de que se le ha inflamado. Los amigos del general protestan: es mentira, no hay tal inflamación. Son calumnias de sus enemigos que, incapaces para derribarlo, le han dejado a la próstata esa tarea”.

Castro Ventura dijo que publicó este libro como parte de sus temas antillanos y para desmitificar al personaje Trujillo en estos tiempos “en los que hay una campaña exponiendo supuestos valores positivos de su régimen” que considera no existieron.

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