Un líder continental

Un líder continental

En el año 1959 Fidel Castro entró triunfante en La Habana, acompañado de los “barbudos de la Sierra Maestra”. Aquí, en Santo Domingo, los jóvenes de mi generación sufríamos los rigores de una dictadura agonizante. Recuerdo muy bien que escuchábamos por radio los interminables discursos de Fidel. Había que bajar lo más posible el volumen del receptor y meter la oreja dentro de la bocina. Escuchar noticias de Cuba era un pecado a los ojos de los agentes del Servicio de Inteligencia Militar de Trujillo. A pesar del peligro de cárcel y tortura, no podíamos renunciar a ese “pecado auditivo”. Queríamos que Trujillo sufriera la misma suerte de Fulgencio Batista.

En aquel tiempo Cuba era para los dominicanos una sociedad modélica. Ellos tuvieron el mejor violinista: Brindis de Salas; el mejor ajedrecista: José Raúl Capablanca; el mejor pelotero: Adolfo Luque. También ellos tenían la mejor música “del mundo”. La popular, sin ninguna clase de dudas. Las mejores orquestas y los cantantes más afamados eran cubanos. Desde Ñico Saquito y Eliseo Grenet, hasta Ernesto Lecuona y Gonzalo Roig, “todo venía de Cuba”. Las revistas “Carteles” y “Bohemia” se leían en las barberías de Santo Domingo habitualmente; salvo aquellas ediciones que los cuerpos represivos de Trujillo confiscaban y destruían… si contenían críticas al régimen.

Además de ser gobernante de la isla mayor del archipiélago, Fidel se convirtió en un “líder continental”. Estaba sostenido a manera de coloso de Rodas, con un pie en la Unión Soviética y otro en los EUA. Las tensiones de la Guerra Fría magnificaban su figura heroica y desafiante. Era joven, barbudo, guerrillero victorioso, orador de multitudes y atractivo galán; incluso para bellísimas estrellas de Hollywood. Por último, era víctima del imperialismo yanqui y sobrevivía a noventa millas de La Florida.

Su imagen, agigantada por los medios de comunicación, por los partidos políticos, llegó a ser ejemplar. Muchos dirigentes políticos hispanoamericanos imitaban los gestos de Fidel, su estilo oratorio. Al envejecer, algunos políticos aspiraron a tomar su puesto de “líder continental”, como es el caso de Hugo Chávez, el fallecido Presidente de Venezuela. Es claro que no todos tenían las condiciones intelectuales y el carácter de Fidel. Pero aspiraban al mismo “lucimiento internacional”.

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