Cobra mayor fuerza la convocatoria ciudadana que llama a concentrarse el próximo domingo 22 de enero a partir de las 10.00 AM, ante el escándalo internacional de sobornos admitidos por ejecutivos de la Odebrecht luego de una ardua investigación de las autoridades de los Estados Unidos y el pésimo manejo del gobierno dominicano, incluyendo al Señor Presidente de la República y connotados voceros del Partido morado exigiendo mayores pruebas que las ofrecidas como evidencia del soborno, siendo los grandes responsables del estado de corrupción e impunidad que impera en nuestro país, el más pequeño territorial y geográficamente que empero encabeza la lista de las grandes naciones enlistadas en este “affiar” entre los más corruptos del Continente Americano.
De manera que nada extraño resultaría que sirva como coartada “por falta de prueba” al empresario Angel Rondón Rijo, representante “comercial” de la Odebrecht en el país, ducho en esas lides, negado a dar informaciones y presentar documentos solicitados por el Procurador General de la República tras nueve horas de interrogatorio, no obstante admitir haber recibido de su jefe inmediato, Marcelo Hofke, la suma de noventa y dos millones de dólares, “mas o menos” que lo incrimina como principal chivo expiatorio (para interrumpir la cadena del crimen organizado, de narcotráfico y corrupción rampantes) que niega que esa enorme suma de dinero mal habido, equivalente a cuatro mil trescientos millones de pesos (RD$4,300,000.00) fuese utilizada para soborno pero sin poder explicar cuál fue su real destino y si esa “ganancia”, producto de su trabajo “honesto” fue debidamente reportada para fines de pago de impuestos internos.
Ante este nuevo escándalo, al que se suman los casos casi olvidados de la OISOE, Sun Land, los Tucanos, Punta Catalina, etcétera, sub-dimensionados, lo más triste resulta la salida del Presidente de la República designando inconsultamente de una comisión de “notables” encabezada por monseñor Agripino Núñez Colado para que medie o mediatice esta turbulencia , no para que investigue y arroje pruebas que exoneren o comprometan la responsabilidad de los inculpados, presuntos responsables, donde no deben permanecer ajenos otras figuras notables como lo es el ex Presidente del Brasil Inácio Lula y otros de países involucrados.
La reacción de las redes sociales y de analistas notables por su ecuanimidad y objetividad de sus juicios sobre los hechos acontecidos no se hizo esperar, destacando particularmente la improcedencia del Decreto presidencial y sacando algunos trapitos al sol, motivando que algún inconsulto, prudentemente, ponga pies en polvorosa, otros más conservadores cuidando sus intereses y relaciones no se atrevan y, finalmente, el presidente de la Comisión, haciendo mutis sacerdotal de la ética personal, opta por lo que cree un pecado o mal menor: renuncia a su condición de directivo de la empresa vinculada a la Odebrecht, pero no a la presidencia y de su calidad de “mediador”, como debiera.
El cielo se torna plomizo para este periodo de gobierno que apenas comienza. Le toca a la sociedad civil asumir su rol, nada fácil: tomar conciencia, movilizarse y presionar para reencauzar democráticamente al país por el camino de la dignidad y la decencia.