Un llamado a la reflexión

Un llamado a la reflexión

En nuestro país no hay uno solo de los renglones fundamentales para la vida cotidiana de las gentes y las naciones que marche bien: producción, energía, generación de empleos, educación, salud, seguridad social, defensa de la producción nacional, soberanía y autosuficiencia alimentaria de la nación, defensa del medio ambiente, institucionalización, moralización de la vida pública, seguridad ciudadana, cultura y soberanía nacional.

Un fracaso total e histórico de las cúpulas políticas y sociales que han hegemonizado la vida política, económica, social e institucional del país en los últimos 50 años: eso es lo predominante.

Si importantes segmentos de la sociedad, a veces mayoritaria, permanece embobada con el discurso oficial, y si la parte indiferente (altas clases medias y cúpulas sociales y económicas) de la sociedad esquiva fijar posición ante este desastre, entreteniéndose en las ricas y bien pensadas páginas sociales y en aquel mundo “extraño” de los “gettos” de seguridad y placer donde estos sectores esconden su indiferencia ante el asesinato de la nación, todo ello debemos atribuírselo a los magníficos propagandistas que tiene este gobierno y sistema, al grueso de los medios de comunicación, que desinforman permanentemente al pueblo dominicano, y a un ejército de periodistas, que han convertido su liberal profesión de informar verazmente al pueblo, y defender el bien común, en un negocio multimillonario, donde se cuecen las más grandes ignominias.

Pero desde al pasado artículo, lo que nos ocupa es la inseguridad ciudadana y el avance del crimen organizado en el país.

El crimen organizado se apoya en la corrupción generalizada, en la impunidad, y en la falta de oportunidades de trabajo para el grueso de la población.

No dudo de las buenas intenciones de algunos jefes militares, recién estrenados en sus puestos, ni de algunos fiscales, que honran su oficio. Pero su acción no es correspondida por el entorno creado desde las cúpulas políticas y desde el gobierno.

Ilimitadas son las oportunidades que presenta el actual Estado Dominicano para la corrupción y el crimen organizado. Para desterrarlos del país lo primero es  un poder político fuerte, decidido a “cortarle la mano a todos los corruptos”.

Ningún gobierno hegemonizado por las tres cúpulas políticas que han monopolizado la vida política del país en los últimos 50 años puede ni quiere afrontar esta tarea. Los tres tienen a su “corrupto favorito”. Se necesita otra opción política y otros hombres y mujeres.

Y se necesita, además, en este camino, crear una red de comunicación en todo el país, que informe verazmente al pueblo y que se engarce con este esfuerzo por construir una alternativa al desastre actual. ¡Nada más!

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