Un loco muy cuerdo llamado Michael Moore

Un loco muy cuerdo llamado Michael Moore

POR VLADIMIR VELÁZQUEZ MATOS
Michael Moore es una de esas aves independientes en el panorama internacional, quien con agudeza y profunda mordacidad, disecciona hasta la médula a la sociedad norteamericana, presentándoles a los incautos y a los que no lo son todo cuanto se difunde a través de los medios sobre el sistema es un simple espejismo.

Y es que este rechoncho personaje, de carácter bonachón y simpático, sin pelos en la lengua, quien se hizo sumamente conocido para los que no accedemos con facilidad a los documentales que enfoca el carácter sociológico y político de los amos del norte, desde aquella memorable intervención suya en los Oscares, hace un par de años, cuando se le concedió el galardón al mejor documental por «Bowling for Columbine» e hizo una estremecedora declaración, entre ensordecedores vítores y abucheos del público presente denunciando el carácter usurpador del presidente George W. Bush y el descalabro que su torpe gestión había ocasionado en el mundo.

Moore es un cineasta que no anda por las ramas a la hora de enfocar crudamente los inconmensurables problemas que enmascara el «American Way of Life» que el tío Sam se encarga de propalar inoculándolo a los pueblos por ojos, bocas y narices, cuando realiza filmes tan valientes y brillantes como el mencionado «Bowling for Columbine», el demoledor «Roger and me» (disponible en DVD en cualquier casa de alquiler de videos), el aún no estrenado de nuestro país «Farenheit 9-11», o con libros de crítica sátira más puro estilo de Swift, como «Estúpidos hombres blancos».

Este autor desmonta, palmo a palmo, la ficción que se nos vende y muestra la realidad verdadera de ese pueblo como la paranoia que ha determinado el hasta los dientes a lo Rambo, del persistente racismo potenciado aún más hoy que una sobre todo quien tenga aspecto de árabe), del descalabro del sistema del nuevo orden global y el neoliberalismo que lleva a cerrar fábricas de cualquier tipo en los EUA para trasladarlas a países con mano de obra barata, echando a las calles a cientos de miles de trabajadores, mientras se llenan los bolsillos a raudales un puñado de «ingeniosos» empresarios.

En consonancia con este nuevo orden, se degrada hasta niveles coaclismicos el medio ambiente, se empobrecen más las minorías y se destruyen los logros del Social Security, construyendo el gobierno nuevos prototipos de bombarderos ultra-veloces, más porta-aviones y submarinos, cientos de miles de cohetes inteligentes (por lo visto más inteligentes y eficaces que mister Bush) como los que arrasaron a la milenaria ciudad de Bagdad, etc., mientras los párvulos de las escuelas elementales matan su ocio practicando el tiro al blanco con sus compañeros de clase.

En fin amables lectores Michael Moore, ese profundo y riguroso cineasta, más que nada, libre pensador de ese gran país que es, sin duda, los Estados Unidos, es uno de sus más sagaces analistas, en la línea crítica de un Chonsky o un Mailer, pero con la vena sátira de un Shaw o como al de su ilustre predecesor, Mark Twain.

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