Alguien debe decirle al expresidente Leonel Fernández que nadie cree que los senadores y diputados que se oponen a la modificación de la Constitución para abrirle paso a la reelección del presidente Danilo Medina actúan por cuenta propia al desafiar la decisión del Comité Político, por lo que no podrá evadir su responsabilidad, ni ahora ni ante la historia, si ese desconocimiento a la institucionalidad partidaria de sus seguidores fractura al PLD y saca a los peledeístas del poder al que tanto gusto le han cogido y al que tantas ventajas le han sacado. Y a menos que haya dejado de importarle al presidente del PLD el lugar que ocupará en los textos de historia, donde de seguro aspira a figurar entre los próceres mas respetados y admirados, el exmandatario está obligado a medir muy bien cada uno de los pasos que dará en el trance tan incómodo en el que se encuentra. Porque si se equivoca, si por rendirse a la soberbia y la megalomanía sacrifica al partido al que, mas que nadie, está obligado a servir, se arrepentirá para siempre. Y no tanto porque la Historia puede cobrárselo muy caro como por el hecho de que va a necesitar el partido grande, unido y poderoso que contribuyó a construir ante la eventualidad de que sus adversarios, que no son pocos, decidan aprovechar su salida del poder (el PLD no estará gobernando toda la vida ni los actuales jueces de las altas cortes estarán ahí para siempre) para cobrárselas todas juntas y hacerle la vida imposible. Por eso hay tanta gente convencida de que, mas temprano que tarde, el expresidente Fernández entrará en razón y se rendirá ante la fuerza de los vientos que le adversan. Pero si aun así decide continuar adelante, contra viento y marea, con el despropósito de imponer su candidatura a despecho de la autoridad del Comité Político y poniendo en riesgo la permanencia en el poder del PLD y los peledeístas, estará cavando, con sus propias manos, su tumba política, y así lo contará la historia.