Un magnífico libro-catálogo: se lo merecía Jorge Pineda

Un magnífico libro-catálogo: se lo merecía Jorge Pineda

Algunas décadas atrás, un catálogo de arte era una publicación pobre, banal, aburrida, con reproducciones mediocres y textos desiguales o insignificantes, hasta los que compilaban eventos como las bienales. Hoy, su nivel cualitativo ha mejorado incomparablemente, por cierto, en gran medida gracias al avance tecnológico y a la oferta de diseñadores, y también por la importancia que le dan tanto las instituciones como los mismos artistas. Los inconvenientes –que perduran– son la falta de disponibilidad económica para una buena edición y la renuencia a comprar esos necesarios registros de la obra de arte… ¡hasta en personas de altos recursos! Pero, con todo e inconvenientes, en este renglón bibliográfico, República Dominicana se destaca, si no se impone, cada vez más.

El catálogo, recién puesto a circular en el Museo de Arte Moderno, que recapitula la espléndida exposición, retrospectiva y antológica, de Jorge Pineda, es el más hermoso y cautivador, impresionante e informativo a la vez, que se haya publicado para un artista dominicano. Vale la pena repetirse y exclamar por segunda vez, “¡Magnífico!”.

La primera se dedicó también a Jorge, al concluir la visita a esa evocación e invocación visual de 15 años de intensa creación plástica y gráfica, casi un redescubrimiento por la reagrupación de piezas de tanta variedad como coherencia. El artista, que partiendo de múltiples premios nacionales ha llegado a un reconocimiento y una demanda internacionales, solamente presentó la producción correspondiendo a lo que él estima su madurez, pese a que, muchos años antes, él había hecho obras innovadoras e inolvidables. Pero no hubiera bastado el museo completo, y más adelante vendrá el catálogo razonado…

Estética y sustancia. La fruición empieza desde que tenemos el volumen en mano, y suavemente hacemos deslizar el “cofre” áureo que lo protege. La sencillez y la preciosidad se unen: está simplemente el nombre: Jorge Pineda. Ya miramos la portada, también contraportada, y obra cimera en su género, reproduciendo aquella instalación monumental de la “Lección de anatomía: cadáver exquisito, homenaje a Joseph Beuys”. Un título que guiña también un ojo a Rembrandt y al surrealismo, en fin una pieza propia a un análisis plural, cuya elección se justifica plenamente para “abrir” el catálogo. El diseño de Orlando Isaac es excelente, y se siente que ha habido consenso entre dos maestrías, de Jorge y de Orlando: la parte gráfica, en su pulcritud y su refinamiento, es magistral.

La calidad de las imágenes es también insuperable, entre la autoría de nuestro consagrado Mariano Hernández y de sus pares de España y Estados Unidos, Juan García Rosell, Lucía Pía y David Heald. Hojear este libro nos deleita, del principio al fin.

Si dedicamos en buena medida nuestro comentario a las cualidades visuales del volumen, es que determinan la primera fascinación, luego que los textos, extensos, y apasionados –cada uno es un modelo en su categoría– requieren una segunda lectura y prácticamente nos limitaremos a una referencia, esperando que algún colega emprenda la crítica de la crítica…

Fernando Castro Flores ha escrito sobre Jorge Pineda un ensayo profundo y erudito, demostrando una cultura polivalente impresionante. Sara Hermann hizo una entrevista muy acuciosa, más bien se trata de una conversación entre dos inteligencias, dos expertos, dos teóricos –¡Jorge Pineda lo es también!–. Suset Sánchez, a la vez visual y conceptual en su enunciado, sitúa al artista de una manera muy personal. En cuanto a las directoras de los dos museos auspiciadores de la exposición y del catálogo, ellas sobrepasan de mucho los textos protocolares: Consuelo Ciscar Casabán, de Valencia, se vuelca hacia el análisis sociológico, “una posición ante la vida”, del expositor, mientras María Elena Ditrén, de Santo Domingo, lo sitúa en el contexto y la historia del arte dominicano.

… Y que no se nos olvide mencionar la traducción al inglés, llevada a un hermoso fascículo independiente, colocado junto al volumen mayor, una óptima solución cuando se puede. ¡Bravo!

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