Un mensaje al empresario dominicano

Un mensaje al empresario dominicano

JOSÉ LOIS MALKUN
El empresariado dominicano debe asumir un rol más activo en materia gremial y más comprometida con el bienestar social. No temer ni avergonzase cuando tenga que defender el libre comercio, las privatizaciones o las bases en que se sustenta la economía de mercado.

Tampoco, para reclamarle transparencia institucional al Gobierno o el respeto a las leyes y la Constitución de la República. Por esa libertad en los mercados, aunque en ese momento pudieran no haberlo advertido, muchos dominicanos han dado sus vidas.

La base de toda economía capitalista descansa en ese respeto y en esa transparencia. Como también en el balance entre los social y económico. Si eso desaparece, ¿para que defender una democracia que promueve la desigualdad, carece de sustentación legal y esta podrida y maloliente? No denunciar tales mezquindades es lo mismo que apoyarla.



Milton Friedam decía «la libertad económica es un requisito para la libertad política y si ambas caen en las manos del Gobierno eso conduce a la tiranía». Por ejemplo, no se trata de que la dirigencia empresarial declare que está en desacuerdo con la estatización de la Refinería de Petróleo, sino luchar a brazos partido para que tal atrocidad no se concrete

La unidad empresarial es igualmente importante aunque muchas veces se perciben serios conflictos internos y mucha dispersión. El hecho de que haya una gran diferenciación entre los intereses de unos 15 o 20 grandes empresarios con el interés de otros miles de medianos, pequeños y microempresarios, hace suponer que siempre un gato se come cientos de ratones, cuando ambos se necesitan mutuamente para sobrevivir.

Existe la costumbre de cuando a un sector empresarial les afecta una decisión del Gobierno, en vez de utilizar la cúpula dirigencial de su gremio para luchar contra esa decisión, algunos prefieren usar sus influencias personales y negociar directamente con el Presidente. Si bien ese gran empresario logra su objetivo, deja a muchos otros jodidos y desprotegidos. Eso quiere decir que en la cúpula empresarial falta promover un dialogo mucho mas abierto e intenso, ya sea para fortalecer la unidad entre sus miembros, lograr cierto equilibrio y compensación entre las partes o ampliar su compromiso social.

Igualmente, ciertos dirigentes empresariales, a veces se desbordan en alabanzas a cualquier acción gubernamental sin antes ponderar sus consecuencias en el entorno empresarial completo. El hecho de que una decisión política beneficie a un pequeño sector del empresariado pero perjudique al resto, no significa una buena decisión. En economía, eso sesgos se revierten a la larga contra de todo el sistema.

Los subsidios, por ejemplo, son por definición, muy negativos para la economía en su conjunto. Pero muchos empresarios que se benefician del mismo, lo alaban y lo respaldan públicamente. Reniegan los principios de libre mercado por defender sus intereses personales.

Pero la cúpula empresarial no los denuncia, cuando debe hacerlo y luchar por impedirlo. Es una práctica desleal y contraria al sentido común porque tarde o temprano, esos subsidios discriminatorios, que enriquecen a un pequeño grupo de pendejos (públicos y privados) y muy poco a los pobres, se convertirán en más impuestos generalizados a las empresas.

Se sabe que hay miedo al Gobierno. Que muchos empresarios son amenazados cuando no se alinean con el Presidente de turno o emplean a un opositor. Para esos fines son utilizados variados medios de presión, especialmente el impositivo o la prohibición a instituciones públicas de comprar bienes que produce o vende ese empresario. Es pura extorsión y chantaje, que se teme denunciar.

Apostando por ese terror que infunde el poder del Estado, algunos periodistas pagados por el Gobierno publican declaraciones falsas de dirigentes empresariales, que estos después temen desmentir.

Al que cae en desgracia con el Gobierno de turno fácilmente lo crucifican Pero hay que contrarrestar esa práctica abusiva e ilegal, qué le resta competencia a las empresas. Hay que denunciar estas atrocidades vengan de donde vengan. Si la cúpula empresarial no esta en capacidad de hacer esto, nuestro destino como Nación no vale ni un centavo.

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