Un mensaje oportuno

Un mensaje oportuno

La Conferencia del Episcopado Dominicano nuevamente ha dejado escuchar su voz de manera oportuna y gratificante.

Los obispos, en su mensaje más reciente, se refieren al tema electoral, algunas de cuyas vertientes se han transformado en elemento de preocupación para una parte importante de los dominicanos e, inclusive, para organismos extranjeros que observan atentos el proceso de organización de las elecciones.

No es una preocupación gratuita, inmotivada, sino producto de actitudes de la Junta Central Electoral (JCE), particularmente la forma en que su Cámara Contenciosa ha conocido y decidido sobre discrepancias internas de partidos políticos, especialmente en lo que concierne a selección de candidaturas.

Cuando la Conferencia del Episcopado Dominicano le recuerda a la JCE que tiene el compromiso histórico de celebrar elecciones limpias y transparentes, está aludiendo, sin duda, aspectos nebulosos del proceso. Por ejemplo, irregularidades que podrían resultar perturbadoras han sido observadas en el padrón electoral, cuya revisión y limpieza ha sido aconsejada por diversos sectores, y ahora por los obispos. También duplicidades comprobadas en la expedición de cédulas, así como la organización de los colegios electorales y la confiabilidad del centro de cómputos.

[b]-II-[/b]

Otro aspecto sin importante del mensaje de los obispos es el que concierne a la campaña electoral, que en nuestro país, lamentablemente, se ha caracterizado por la vaguedad del discurso de los distintos partidos, las descalificaciones gratuitas entre rivales políticos y la dilapidación de recursos.

La Conferencia del Episcopado está en lo cierto cuando apunta que sería escandaloso que en medio de una situación económica deteriorada, se incurriera en la campaña electoral en dispendio de dinero.

Y es oportuno, además, su llamado a que los candidatos y sus partidos divulguen el contenido de sus respectivos programas y sus propuestas de solución para los problemas actuales que aquejan a la población. Es un llamado a desterrar el discurso vago, la demagogia y las promesas exageradas, incumplibles.

[b]-III-[/b]

El mensaje de los obispos toca un punto que ha sido traumático para el país desde el momento mismo en que iniciamos la práctica democrática por medio de elecciones.

Desde el día de las votaciones hasta el de la toma de posesión del candidato electo, siempre que éste no haya sido reelegido.

El período de transición, excesivamente largo y tedioso, ha servido para toda suerte de tropelías contra el Estado y sus bienes. Por lo general los funcionarios salientes desatienden sus obligaciones y durante esos tres meses -del 16 de mayo al 16 de agosto- el país cae en una especie de limbo institucional, de letargo económico, que llega a resultar oneroso.

No en balde el mensaje de los obispos reza: «El peligro está en el deterioro de la situación o agudización de los problemas por el abandono o falta de entrega a sus funciones en los funcionarios».

En algún momento, y cuanto antes mejor, es necesario reducir a una expresión práctica y conveniente este período de transición, y establecer rigores específicos para evitar malos manejos de los asuntos públicos.

Lo menos que podemos decir es que la Conferencia del Episcopado ha emitido un mensaje oportuno que el país espera la JCE sepa acoger al pie de letra.

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