Un merecido galardón

Un merecido galardón

 FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La reconocida revista de asuntos bancarios y editada en Londres, Inglaterra, The Banker otorgó un merecido galardón al gobernador del Banco Central de la República Dominicana, Héctor Valdez Albizu, al otorgarle el premio del banquero del año de Las Américas por el impresionante comportamiento y resurrección de la economía, apuntalada por una política honesta y eficaz llevada a cabo por las máximas autoridades del Banco Central.

Naturalmente, para ese exitoso e increíble desempeño, el gobernador del Banco Central y su equipo integrado por excelentes profesionales y técnicos, contó con el apoyo superior de las más altas autoridades nacionales, que volvieron a confiar en él después de su magnífico trabajo llevado a cabo en el período 1994 al 2000, en que mantuvo índices de crecimiento superiores al 8% anual y que abarcó los últimos dos años de los gobiernos del doctor Leonel Fernández.

El panorama en agosto del 2004, después de una serie de desacertadas medidas fiscales y económicas, la situación era complicada y parecía que habíamos sido asolados por una cruenta guerra en que la economía se había derrumbado, la confianza se había perdido y el desaliento dominaba a todos los sectores cuando éramos empujados como caña para el ingenio a ingresar en el famoso TLC, mientras la inflación se elevaba arrolladoramente y el peso se despreciaba a la carrera y caía a niveles insostenibles para todos los dominicanos.

El nuevo gobierno del PLD no podía iniciar su gestión con más negros augurios de los que le cayeron ese 16 de agosto del 2004, cuando se necesitaba desde ese momento aplicar una severa política económica como primer paso para luego darle cabida a otras acciones sociales y de desarrollo que pudieran sustentarse con una economía recuperada y en expansión.

Para finales del 2004 se vieron los primeros frutos de esa recia disciplina económica impuesta por el Banco Central con depósitos multimillonarios de cientos de clientes, atraídos por aquellos intereses, que en un momento se elevaron por encima del 50%. Más luego se ajustaron a los niveles actuales por encima del 20% durante el 2005. Se consolidó la economía que experimentó el notable crecimiento del 9,3%, reconocido internacionalmente, cuyo eco fue el premio al Gobernador del Banco Central, merecido galardón a una entrega y dedicación fuera de serie, no solo de él sino para su equipo que lograron hacer retornar la confianza de los inversionistas y de los organismos internacionales. El país recuperó la credibilidad sin paralelo, como lo muestran las cifras de las reservas internacionales de divisas, superando los $1,300 millones de dólares, cifra sin precedentes en la historia bancaria dominicana desde 1947.

El país necesita de sus grandes hombres que se reconozcan por su capacidad, iniciativas y honestidad para dedicarse como enérgicos burócratas para llevar a cabo una titánica tarea que no todos podían asimilar.

Sin hacerle caso a tantas diatribas y enredos de los políticos y economistas frustrados así como periodistas pagados, el gobernador del Banco Central, ha llevado a cabo una acción primero frenar el colapso de la economía y luego levantarla de la postración de agosto del 2004. En esa fecha nadie presagiaba nada bueno para el futuro institucional del país, expuesto a severas confrontaciones sociales y probablemente a un desorden cívico que destruyera la vida democrática, que bien o que mal, disfrutamos desde 1961.

El milagro dominicano del 2005 de la recuperación económica puede insertarse en los anales de otros acontecimientos similares ocurridos en otras naciones afectadas por procesos más tormentosos a lo ocurrido localmente. Tal fue el caso alemán después de su derrota en la II Guerra Mundial o la del Japón por la misma causa. O el coreano después de la guerra en esa península en 1953 y el de Taiwán en esa pequeña isla convertida en un poder económico mundial, donde primeramente fueron afectados por esos cataclismos sociales que los humanos generan por causa de sus pasiones y ambiciones de una forma cíclica en la historia de las naciones. Aquí, el país pudo superar, en un período increíblemente corto en comparación a las de aquellas naciones, su desastrosa situación de postración económica con la actuación de una institución como el Banco Central, en donde se aposenta la rectitud económica y de rígida austeridad para devolver la confianza a los distintos agentes económicos que inciden en la actividad productiva nacional, reconocida muy merecidamente por la revista The Banker.

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