Ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer. Propicia la ocasión para resumir las bondades de una mujer que fue, sin dudas, un ser humano excepcional.

Como define el poeta, la última mariposa. Levantó vuelo y fue al encuentro con la primavera. ¿Quién? Preguntó el poeta. Quien esto escribe respondió: la última mariposa. El poeta reiteró la pregunta. ¿Quién?

Y fue entonces cuando quien esto escribe, comprendiendo que el poeta no comprendía la metáfora, o más bien, estaba mentalmente en otros planos, le aludió con palabras directas, y le respondió en buen dominicano.

Doña Dedé Mirabal, la última mariposa.

Y el poeta, que parece ser de un país muy lejano, me conminó y dijo ¿Quién fue esta mujer?

Yo le respondí: Fue una mujer excepcional, una entre millones, madre abnegada, mujer solidaria, mujer libertaria, combatió déspotas y tiranos, libró batallas por la libertad, por la independencia, libró batallas por los derechos de la mujer.

Este modesto, más así sincero homenaje, me permite tomar como fecha apropiada el pasado 8 del presente mes de marzo, Día Internacional de la Mujer, para honrar con una ofrenda floral el día y la memoria de una mujer que puso en alto los valores patrios con su entrega, con su accionar, con su ejemplo.

Flores rojas, flores azules, flores blancas, como símbolo de los colores que ostentan nuestra bandera.

Doña Dedé merece este homenaje para que quede en nuestra memoria y en la memoria del porvenir, un homenaje merecido, ganado con dignidad y con la humildad que caracterizó su accionar en el transcurso de su vida (casi un siglo).

Honor a quien honor merece, un espacio en el pódium de la patria, junto a sus adoradas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal.

Que descansen juntas estas cuatro mariposas de la patria. De mi parte, con todo mi corazón, hoy lloro y a la vez sonrío recordando de doña Dedé, su sonrisa franca, su abrazo cálido y su reiterada invitación a su casa de Ojo de Agua, Salcedo.

El autor es mocano, un mocano modesto, así como su nombre.