Agua y vida van unidas. Es más, nosotros mismos estamos compuestos de hasta un 65 % de agua, aunque en el caso de los recién nacidos hablamos de prácticamente un 80 %. Así lo señala Noelia López, nutricionista de Nestlé, que conciencia sobre este líquido y su desperdicio.
El agua da vida, literalmente
La experta habla de su importancia vital, pero de manera literal: sin ella, nuestro cuerpo no podría funcionar.
- Es necesaria para mantener la temperatura corporal.
- Para la circulación de la sangre, que permite que los nutrientes se transporten por nuestro cuerpo.
- Para la eliminación de toxinas, mayoritariamente a través de la orina.
- Para el funcionamiento de las habilidades cognitivas.
¿Un mínimo de 2 litros de agua al día?
Como un mantra, siempre que hablamos de agua, solo retumba una afirmación: Hay que beber un mínimo de 2 litros al día, el equivalente a ocho vasos de agua. Pero ¿es cierto?
La nutricionista de Nestlé lo matiza: “Puede que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegure que ese es el mínimo, pero lo cierto es que todo cuenta”.
Esta cantidad variará en función de:
- Nuestra alimentación: Hidratarse bebiendo es solo una parte del todo. Y es que encontramos agua en muchos alimentos.
- La temperatura ambiental: deberemos consumir más agua si las temperaturas son más altas.
- La edad: dependiendo de nuestra edad, las necesidades cambian y en lo referente a la hidratación también.
Mantente hidratado: las señales de que algo falla
De cualquier manera, el único requisito siempre será beber a demanda: debemos atender a lo que nos pide nuestro cuerpo. En este sentido, es importante conocer los síntomas de la deshidratación:
- Turgencia cutánea: si pellizcamos el torso de la mano y observamos la reacción de nuestra piel podemos comprobar si estamos mejor o peor hidratados. Si rápidamente vuelve a la normalidad es que estamos hidratados.
- Lengua o boca seca.
- Orina demasiado oscura.
- Otra sintomatología: cuando la deshidratación es más grave, los síntomas son más peligrosos.
No todo es beber: Alimentos ricos en agua
Aunque la forma más sencilla de mantenerse hidratado a priori sea tener siempre a mano una botella de agua, también nuestra dieta juega un papel trascendental en este sentido.
Frutas
Así, la fruta fresca es excelente para este propósito. Eso sí, la nutricionista recalca lo de fresca: como podemos imaginar por su propio nombre, la fruta desecada no es la mejor alternativa para hidratarnos.
Al hablar de frutas hay opciones que llaman especialmente la atención. Pero la más destacada siempre será la sandía.
Y es que se trata de la fruta que, porcentualmente, tiene mayor proporción de agua, entre un 90 y un 95 %. Parecido ocurre con el melón.
En sí, como norma general, cualquier fruta tiene un gran aporte de agua, vitaminas y minerales, nutrientes esenciales tanto en verano como en invierno.
Claro que con el calor, debemos darle especial prioridad a mantenernos hidratados. Porque las actividades al aire libre y la sudoración que viene ligado a ella debe ser compensada de alguna forma.
Verduras y hortalizas
Por otra parte, las verduras y hortalizas también son alimentos con un importante porcentaje de agua. Como siempre, los productos de temporada y de proximidad son las elecciones a las que nos debemos acoger para apostar por la sostenibilidad alimentaria.
Las sopas frías son una opción perfecta. Ingredientes como el calabacín, cebolla, judías verdes, pimiento rojo, pepino… son perfectos. Algunos ejemplos de recetas a las que podemos recurrir para incorporar verduras y hortalizas en nuestra dieta son:
- Crema de calabaza y calabacín
- Calabaza y quinoa
- Salmorejo de tomate amarillo y albahaca
- Sopa de melón con menta
- Gazpacho de sandía y melocotón
Para ahorrar agua…
Pero más allá de todo esto, controlar y minimizar el desperdicio de agua es una meta común. Para ello podemos:
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Reaprovechar
El primer paso para evitar el desperdicio de agua es encontrar otra utilidad a la que ya hemos empleado.
- Balde. Cuando abrimos un grifo, si dejamos que el agua que corre quede en un balde, podremos darle otro propósito. Así, limpiar frutas y verduras no tiene por qué traducirse en despilfarro.
- Cocina. No, no te interesa tirar el agua que empleas cocinando. Por ejemplo, para darle una segunda vida al agua de cocción, puedes reutilizarla en purés, caldos, guisos…
- Jardinería. También el agua de cocción es un gran fertilizante natural. Y es que acumula todos los nutrientes de las verduras hervidas.
Limitar su consumo
- Descongelado. Para descongelar, recurre a la nevera. Esta es una forma sostenible, segura e higiénica de hacerlo. Porque descongelar bajo el grifo implica tirar agua y, precisamente, es lo que queremos evitar.
- Lavavajillas. Para aprovechar el agua que vamos a gastar en un lavado de lavavajillas, debemos ponerlo en marcha siempre y cuando esté totalmente lleno.
- Grifos. Adquirir apliques que regulen la cantidad de agua en los grifos de la cocina es una opción muy interesante. Así, podremos regular la cantidad de agua que sale del grifo. Y, ¡ojo!, además de no dejar correr el agua, asegúrate de que los grifos cierren bien. Por tu factura y por la factura que pasa al medioambiente.
Cambiar el hervir por el vapor
- Menos agua, más nutrientes. Cocinar al vapor, por otra parte, es un buen sustitutivo de lo hervido. De esta forma, se evita el desaprovechamiento del agua y adicionalmente los alimentos no pierden nutrientes.
Por un futuro sostenible
Todo lo mencionado gira en torno a un solo concepto: sostenibilidad.
“Es imprescindible tomar conciencia y no poner en riesgo su disponibilidad en el futuro”, asegura la nutricionista de Nestlé, Noelia López.
Porque nuestras acciones de hoy son las consecuencias de mañana. Hagamos que nuestro día a día contribuya a un futuro mejor.