Un modelo para la sociedad

Un modelo para la sociedad

FRANCISCO CRUZ PASCUAL
A Rafael Kasse-Acta le conocí en 1976, hace unos 28 años. En ese entonces era un hombre medianamente joven, lleno de sueños e ideales, cargado de esperanza y dispuesto a sacrificar su tiempo invirtiéndolo en una lucha por la vida organizada. Le conocí armado de valores que lo hacían digno de la amistad y la admiración de sus compañeros. Aprendí de él mucho acerca de la solidaridad, esa manera revolucionaria de amar al prójimo como a uno mismo.

Este noble ser humano no era de los que se conformaba con hacer lo posible, él trabajaba en la búsqueda sostenida hacia la consecución de lo imposible. Lo posible lo hace cualquier individuo humano, pero el que busca hace lo imposible, al lograrlo, se convierte en trascendente. Y esa categoría es la que ostenta este gigante de nuestra sociedad.

Con Rafael, el compañero Amable, se consolidan los valores de la honestidad, la amistad y el compromiso. Su reciedumbre le hizo admirable por una gran cantidad de jóvenes, que como quien suscribe estos párrafos, observó su trayectoria de hombre libre, que hacía volar sus ideas de forma transparente y frontal. Cuanta falta hacen hombres como Rafael en la palestra pública; individuos socialmente activos, capaces de soportar auditorias sociales en todo su proceso de vida. Cuanta falta hacen hombres con la identidad de este paradigma social,. Es una verdadera lástima que la comunidad nacional no cuente con miles de seres humanos de la dimensión de este ejemplo de modelo para la comunidad.

La sociedad en crisis necesita modelos, necesita esos caminos de vida recorridos con dignidad, para mostrarlos a las generaciones futuras de ciudadanos. Ojalá que estos modelos a seguir sean enaltecidos por la Escuela y tomados como ejes transversales permanentes, para mejorar la calidad de nuestra sociedad futura. La historia nacional necesita, en el presente y en el futuro, unos protagonistas de la estatura moral de éstos modelos. Rafael Kasse-Acta, junto a otros de su generación, lucharon incansablemente por mejorar la condición humana, trabajaron y trabajan sin descanso para acercar al género humano a una vida digna, en donde los medios existenciales fueran alcanzados por la mayoría de hombres y mujeres.

Rafael se fue de la vida física, que es terrenal, ha pasado al plano espiritual del recuerdo. En la vida de muchos ciudadanos de la república, que como yo le conocimos y admiramos, Rafael no morirá. El será un grato recuerdo que vencerá al olvido, para mantenerse firme como icono que junto a otros adornará el escritorio de nuestra memoria. A don Juan Bosch le escuché decir muchas veces, que la muerte es el olvido y es así. Eso creemos a ciencia cierta.

Los hombres y las mujeres cosechamos en la vida, lo que hemos sembrado, por ello Rafael cosechó buenos frutos de amistad y solidaridad. Pero, hay una siembra que este gigante social colocó en el surco, la que será imperecedera, se trata de su compromiso político. Este paradigma vigorizó ese valor que ha ido desapareciendo paulatinamente de las sociedades modernas, el valor del compromiso. Rafael Kasse-Acta fue un hombre comprometido con los mejores intereses de la humanidad, por ello nunca ocultó su condición de militante político-partidario. Fue un individuo sin dobleces, que defendía su compromiso político y con ello construyó un modelo de actuación coherente.

No te digo adiós, porque no te has ido ni te iras de nuestra memoria, me reservo el derecho de tenerte presente mientras viva, así como a otros de igual estatura que tú, como a otros de mayor dimensión histórica que tú, para mostrarlos en su ejemplo a mis hijos y nietos.

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