WASHINGTON. AFP. Estados Unidos podría elegir por primera vez en la historia a un presidente mormón, pero el hecho de que el republicano Mitt Romney pertenezca a esta iglesia, si bien es mirado con suspicacia, genera pocas pasiones en la carrera por la Casa Blanca.
Al analizar a Romney y el presidente saliente demócrata Barack Obama, John Turner, quien enseña religión en la Universidad George Mason, señala: «No recuerdo que haya habido una campaña tan poco religiosa».
Sin embargo, por primera vez en la historia estadounidense, un candidato mormón accede a la candidatura suprema y podría ganar la batalla. Mitt Romney, un destacado miembro de esta iglesia, nunca escondió su religión.
Pero él mismo se encargó de «neutralizar» el tema y se limitó a hacer «comentarios generales», estimó Turner. Sin embargo, la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (LDS), nombre oficial de la iglesia mormona, genera suspicacias en un país donde sólo seis millones de personas (2% de la población) pertenecen a este culto.
La LDS, fundada en 1820 por Joseph Smith, es conocida por sus misioneros, su práctica (rechazada en 1890) de la poligamia y su experticia en genealogía, que han desarrollado por motivos religiosos. A fines de agosto, un estadounidense de cada cinco se decía «incómodo» con el mormonismo, y tres de cada cinco se sentían «muy diferentes» a los que profesan esta fe.
En junio, según Gallup, 18% de los estadounidenses no querían votar por un mormón a la presidencia.
La economía puede más que la fe. Según Turner, «el mormonismo de Romney ha sido, sobre todo, un gran problema durante las primarias republicanas».
Tras la retirada en las primarias del ultraconservador católico Rick Santorum, los republicanos «perdieron el voto de los protestantes evangélicos, que son los más desconfiados porque piensan que los mormones no son cristianos», agregó. Desde entonces, dirigentes evangélicos como el célebre Billy Graham llamaron a votar por Romney.
Pero su imagen de «rico ejecutivo que no toma sus intereses (de los cristianos) en cuenta» puede costarle muchos votos, dijo Lee Jefferson, que enseña religión en el Centre College de Danville (Kentucky).
«El público se interesa más en los proyectos económicos de sus candidatos que en su fe», agrega Benjamin Knoll, quien enseña política en Danville. Según los sondeos, Romney semeja al electorado tradicional: blanco, protestante, practicante, rural, acomodado y masculino.
Los más desfavorecidos prefieren a Obama. En cambio, Obama recoge la mayoría de los sufragios de los más desfavorecidos, los jóvenes, las mujeres, los católicos liberales y los judíos. Obama también habló poco de religión –el presidente es protestante afiliado a la gran organización Iglesia Unida de Cristo–, pero sí intervino personalmente para referir a Dios en el programa demócrata.
Y, como Mitt Romney, el presidente se enfrenta a una situación curiosa y ambigua: 11% del los estadounidenses creen que es musulmán. Por otra parte, por primera vez ninguno de los cuatro candidatos –Obama, Romney y los aspirantes a la vicepresidencia, Joe Biden y Paul Ryan– es un blanco protestante, como lo ha sido la mayoría de los presidentes estadounidenses.
¿Y para cuándo un ateo en la Casa Blanca? «Es no será tan imposible de aquí a 20 años», dijo Turner. «Pero la idea demorará un tiempo en llegarle al estadounidense medio».