Un negocio bien enredado

Un negocio bien enredado

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do
Quizás uno de los negocios más enredados que hay en la República Dominicana es la publicidad. Puede que sea por el aparente exceso de medios, que obliga a repartir el llamado “pastel presupuestario” al punto que a muchos llegan apenas migajas y la mayoría sólo huele donde guisan. A mi juicio el mercado publicitario merece un estudio serio. 

Para comenzar, a cualquiera le da la impresión de que este debe ser el mercado de diez millones de consumidores donde más dinero se gasta per cápita para crear o mantener algún vínculo comunicacional con los prospectivos clientes. Mídase en pesos o en dólares, la inversión anual en publicidad de los veinte mayores gastadores es un asunto de grandes ligas. 

Y quizás lo peor de esto es que los vasos comunicantes entre muchas empresas de publicidad, relaciones públicas, vallas o cartelones, consolidadores de medios y otros proveedores, es tan incestuosa, que uno no se explica cómo ciertos clientes no quedan con un sabor raro cuando constatan estos vínculos, que pueden ser legales y legítimos, pero que ponen bronco a cualquier anunciante avispado.  Al revisar la prensa escrita, por ejemplo, se ve claramente cómo muchas veces la colocación de la publicidad no corresponde a un criterio puramente mercadológico, sino que está condicionada por los intereses de grupo que están presentes en la composición accionaria de los periódicos.

Otro fenómeno, por llamarlo de alguna manera, es la aparición en períodos electorales de “agencias” que manejan flujos aluvionales de colocación, que cobran diligentemente y a veces hasta por adelantado a sus clientes, para luego emplear burdas argucias, triquiñuelas y desvergonzadas maniobras con el fin de retrasar, cuando no burlar, el pago puntual y completo de sus obligaciones.  He escuchado a amigos que están en este negocio, quejarse de los deletéreos efectos que causan estas agencias piratas, pero la verdad es que casi siempre detrás de ellas se esconde algún magnate publicitario, sea de los que siempre han mantenido la holgura o aquellos cuya fortuna cambia según de dónde sopla la brisa.

A mi me parece que los abusos de estos falsos improvisados (porque experiencia tienen de sobra) terminará cuando sus víctimas entiendan que las leyes y los tribunales generalmente fallan a favor de quienes tienen razón. Desde que David aprendió a usar el tirapiedras, los Goliat andan más pianitos…

 

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