Un negocio para materializar sueños

Un negocio para materializar sueños

FABIO R.HERRERA-MINIÑO
Si alguna duda había de que el Presidente constitucional iba a ser un político distinto a los demás que nos han gobernado, perdimos esa esperanza con los movimientos realizados después del 16 de agosto, para afianzar su proyecto continuista, tan debilitado por el desencanto de las mayorías, de que su situación económica, los apagones, la delincuencia, etc. han afectado malamente su nivel de vida, como quedó demostrado en la encuesta Gallup-HOY publicada la pasada semana.

La incorporación a la burocracia de decenas de dirigentes políticos, en un vario- pinto amalgama de apetencias, ambiciones y utilidades, dejó en el sentir de la población, de que utilizando los recursos públicos busca fortalecer una reelección que había comenzado con buen pie pero por el resultado de la encuesta Gallup se iba desmoronando rápidamente, pese al temor de la gente de que el país podría caer en algo peor a lo que padecimos en los primeros cuatro años del siglo XXI con el PRD y el PPH.

Impactó en el ánimo de la población, y de diversas maneras, tan pronto se conocieron las caras, muchas tan olvidadas de políticos que eran resucitados para ir a ocupar cargos en el gobierno peledeísta, algunos de importancia, pero la mayoría como simples botellas para quedarse tranquilos y atraer una mínima cuota de poder de gentes que alguna vez se creyeron dirigentes de grupos políticos, que recibieron financiamiento de la Junta Central Electoral de acuerdo a lo que estipula la ley. Ellos se anunciaban con una buena cola de simpatizantes, cosa que nunca fue cierta.

La idea de atraerse tantas caras de las más variadas doctrinas políticas, que resultan chocantes para un partido que era tan cerrado y sectario, que al masificarse y convertirse en el de más simpatías nacionales, según las encuestas, está provocando convulsiones y ansiedades en el seno de otros partidos, ante las expectativas de que los puedan nombrar. Con esa maniobra se ha puesto de manifiesto que son muy pocos los dominicanos que se resisten al llamado de un gobierno para entrar a sus filas. Lo que se ha visto es un resabio de gente que no se le ha puesto atención por su poca incidencia en sus grupos, o que lamentablemente sus historiales nunca fueron tan limpios, aun cuando muchos de los que han sido nombrados tienen cola que pisarle.

El presidente de los dominicanos, como líder de un partido político gobernante, y él como jefe del Estado, estima que tiene derecho, como político, a utilizar todas las armas que le proporciona el disfrute del cargo, y más si es para resistir la embestida de una opinión pública que se le torna adversa, que si bien lo valora como lo más adecuado y capacitado para el país, rechaza sus directrices sociales y económicas. Esas directrices han establecido una glotonería fiscal de envergadura, que se vio frenada cuando se decidió descartar el famoso «librito» de la DGII para el pago de los marbetes de circulación de los vehículos que sin ninguna lógica solo obedecía a asegurar un aumento de la gula fiscal. Entonces, como medida popular y en favor de la reelección, el «librito» fue tirado al zafacón para evitar un deterioro notable y posterior derrota de la continuidad del PLD en el poder.

Se dice que no hay un desborde del gasto corriente para los fines de pagarle a los que se han incorporado al tren administrativo, pero tal cosa hay que verla como una burla a la inteligencia de los dominicanos, ya que todo esos dirigentes agraciados tienen una cola de seguidores que ya exigen su incorporación al disfrute de la ubre pública. Y como de seguro no será con el desplazamiento de los peledeístas, será con un engorde de las nóminas que se extenderá por todos los pueblos donde esos políticos, ya quemados, tratan de revivir, gracias a la reelección, sus sueños de poder que alguna vez trataron de vender y el pueblo nunca creyó en ellos. Ahora podrían contribuir al proceso continuista del PLD más allá del 2008.

La política, como ideal, se supone es para contribuir al servicio del bien común de las comunidades. Ahí determinados seres humanos, por sus cualidades e inclinaciones, contribuyen a servir a los demás. Pero con el paso de los siglos y de las necesidades económicas, la política, tanto aquí como en el resto del mundo, se ve como un medio para ascender socialmente en las sociedades y arrebatan lo que debe ser parte del bien común, apropiándose de grandes recursos con acciones descaradas y sin tapujos. El aceptar botellas, recibir una comisión por conceder una obra, permitir un negocio o cualquier compra, no es ilícito, sino algo consustancial al ejercicio de la política, que ha llevado a muchos a corromperse, pero con la satisfacción de poseer bóvedas repletas de dinero y no tienen el temor de que algún día podrían ser juzgados severamente por sociedades moralmente más honestas.

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