Un nuevo año que se va

Un nuevo año que se va

MARIEN A. CAPITÁN
Aunque aún le quedan de dos semanas y un día, es hora de que empecemos a despedir al 2004 como se merece: con fanfarrias, alegría y mucha, pero mucha emoción. También, porque es justo hacerlo, debemos aplaudirnos porque hemos demostrado que somos una sociedad grandiosa; de tan fuertes, aguantamos las peores adversidades y somos capaces de seguir adelante. No fue fácil soportar al 2004.

Pensé, incluso, en que en muchos momentos desfalleceríamos. Aquel enero de una olla terrible, aquel febrero de incertidumbre, aquel marzo de campaña política, aquel abril de tantos insultos y aquel mayo… ay, que mayo más desconcertante.

El precio de la gasolina, de la comida, del transporte, de los bienes, de los servicios; la crisis, la inflación, la agonía y las “hipolitadas” que protagonizaban cada una de nuestras jornadas fueron realmente devastadoras.

Cualquier cosa que podamos decir ahora, a la distancia, quedará corta. Nunca como estar con los bolsillos vacíos, por primera vez en mucho tiempo, para saber lo que se siente que el sueldo te pase por las manos sin saber que has cobrado.

Aunque el 2003 tampoco fue bueno, lo cierto es que el 2004 fue todavía peor porque tuvimos que padecer la decadencia de la crisis que el ex presidente Hipólito Mejía alimentaba cada día (recuerden que con sólo abrir la boca, y hacer sus espectaculares declaraciones, el dólar aumentaba y con él todo lo demás).

Lo peor es que Hipólito nunca quiso admitir lo que sucedía. Fue tanto su descaro que llegó a decir que la crisis sólo existía en los medios de comunicación. También que la culpa era del petróleo y la guerra de Irak. Pero, ¿no habrán tenido una cuota de culpa el Plan Renove y los actos de corrupción?

Sé que algunos dirán que Hipólito ya no está en el poder y que, por ello, hay que dejarlo descansar. Sin embargo, ¿cómo hacer un balance del 2004 si no lo mencionamos? Eso es imposible.

¿Alguien puede olvidar cómo se redujeron sus ingresos, cómo Hipólito se burlaba en nuestras caras diciendo y haciendo cuanto disparate se le ocurría y cómo, además, tuvo que elegir entre darle leche o carne a sus hijos?

Conozco a varias madres que desde hace tiempo no le dan un trozo de carne a sus hijos. Que aún, porque los precios no han disminuido en la proporción que ha bajado la prima del dólar, no saben cómo harán magia para extender sus tímidos ingresos.

El 2004 ha sido duro. No hemos tenido luz, agua ni gas. Tampoco muchas alegrías que contar. Por eso, como ahora disfrutamos de un poco de estabilidad, podríamos concluir diciendo que el momento más grandioso del 2004 fue el 17 de mayo, cuando supimos que Hipólito se iba. El próximo, porque no ha llegado, será el del 31 de diciembre: por fin, año, te habrás ido para siempre.

equipaje21@yahoo.com

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