Un objetivo para el cuatrienio

Un objetivo para el cuatrienio

El relanzamiento de Puerto Plata y de sus atractivos naturales sigue pendiente por causas externas e internas. El turismo se ha contraído mundialmente aunque República Dominicana logra aceptable flujo de viajeros, mayormente para las playas del Este. La desventaja de la costa norte comenzó por el hecho de que su infraestructura hotelera vino a existir en lugares que ya estaban  bien poblados; mientras que  el extremo oriental de la isla fue descubierto, para los fines de la industria sin chimenea, por  gente de mucha iniciativa y confianza en el futuro que rápidamente enriqueció el lugar con instalaciones provechosamente   rodeadas de una hermosa naturaleza. Algo se ha perdido; pero mucho queda todavía.

En cambio, el turismo puertoplatense nació  en medio de una  demografía densa y poco preparada  para la novedad de visitantes que procedían de un primer mundo organizado y seguro. Conservar el auge inicial  de ese polo obligaba a garantizar un clima de hospitalidad con  orden urbano y control efectivo de la delincuencia. Rehabilitar ese destino requiere de un protagonismo de Estado que invierta en mejorar  espacios públicos  e imponga límites al comportamiento  de  transportistas desorganizados, vendedores  que arrabalizan y negociantes del sexo  que generan mala imagen. En ocasiones se ha visto que matar la gallina de los huevos de oro es fácil de lograr en ese y otros lugares del país. 

A mayor peso mayor daño

La primera causa de tragedias en el tránsito  que debe combatirse  es el libertinanje de motociclistas que masivamente violan las reglas que deben regir la circulación vial, infracciones que cuesta muchas vidas, comenzando por las de los propios infractores. Pero el movimiento de vehículos pesados tiene también peculiaridades aterradoras con presencia en avenidas y carreteras.

Vemos  patanas conducidas con imprudencia; camiones  que no llevan luces que delaten su paso arrollador o que son  mal estacionados  a mitad de  carriles y en medio de la noche. Vemos  choferes de máquinas enormes que cruzan como la jonda del diablo por intersecciones sin acogerse a la luz roja de los semáforos. En el país  ningún guardián del orden certifica rutinariamente  que  vehículos  de carga y  gran  capacidad de destrucción  están mecánicamente aptos ni si llevan al volante a individuos de buena conducta  y salud emocional.

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