Un país bajo las armas

Un país bajo las armas

Las armas -legales e ilegales- en poder de civiles constituyen un problema que es necesario enfrentar como una de las vertientes del estado de violencia que nos afecta.

En el caso de las armas legales, el Gobierno debería sopesar qué conviene más, si continuar obteniendo   alto beneficio fiscal  por la importación, comercialización y concesión de permisos de porte y tenencia, o promover cambios en la Ley 36 para restringir  la proliferación, como parte de un plan general para disminuir la violencia.

También es prudente que el Gobierno revise sus estrategias para localizar las  armas ilegales que abundan en el mercado y cortar las vías de suministro. Las autoridades han hecho hallazgos importantes de armas ilegales de todo tipo, pero preocupa la posibilidad de que son más las armas que logran ingresar al país y llegar a sus destinatarios del crimen organizado. Es preocupante el  número cada vez mayor de operaciones criminales ejecutadas en el país con armas de fuego.

Para mejorar la seguridad ciudadana hay que intervenir en el mercado de las armas de fuego y restringir la posesión y porte por los civiles, aunque sea a costa de  sacrificio fiscal y el enojo de quienes explotan comercialmente esta actividad. Este país de tradición pacífica no debería estar bajo las armas, como evidentemente está.

Haití y la ayuda que no llega

Un año y nueve meses después del terremoto que destruyó Puerto Príncipe y mató cientos de miles de personas, el pueblo haitiano sigue esperando que materialice la ayuda internacional para la reconstrucción.

La debilidad institucional de Haití podría ser uno de los obstáculos más serios para la llegada de la ayuda masiva prometida. El presidente Michel Martelly ha tenido serias dificultades para afianzar Gobierno y persisten las rivalidades políticas.

Algo que la comunidad internacional parece no entender es que la reconstrucción, el establecimiento de infraestructura y servicios públicos elementales, permitiría avanzar hacia la organización del Estado haitiano.

Haití continúa anclado en las grandes dificultades  causadas por el fenómeno y sin avanzar a los cambios que la comunidad internacional prometiera.

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