Un país carcomido por la corrupción

Un país carcomido por la corrupción

Los dominicanos están muy interesados en conocer con detalles  las rotundas denuncias de corrupción, que se evacuan desde los dos partidos mayoritarios, embarrando a sus principales dirigentes y dejando en el ambiente que la clase política está carcomida por una corrupción endémica.

Y eso de la corrupción endémica ya se conoce su origen,  con el informe del Departamento de Estado norteamericano, acerca de la conducta de los países en sus aficiones  por el lavado de dinero  y tráfico de drogas.

 Por lo tanto, no era de extrañar que el principal tópico de ataque entre los candidatos presidenciales es acusarse de corruptos. El tema ha tomado tal importancia que el gobierno ha explotado en acción directa y retaliatoria en contra del candidato presidencial del PRD, que no da tregua para mantener una denuncia constante en contra de connotados políticos peledeístas salpicados  por acciones  detestables en el manejo de los recursos públicos.

De la corrupción blanca o de la morada hay mucha tela por donde cortar. La segunda se exhibe  sin tapujos por el tipo de  vida que llevan connotados funcionarios o legisladores, que algunos, con el apoyo de contratistas extranjeros muy comprometidos,  le permiten disfrutar de una vida opulenta que tan solo hace ocho años la desconocían.

Por otra parte, todos recordamos los abusos cometidos por los favoritos del régimen perredeísta en el período del 2000 al 2004, que desde uso indebido de tarjetas  de crédito, cierre de pisos en hoteles extranjeros para orgías, contratos al granel de hasta obras no ejecutadas pero sí pagadas. Fue una lamentable administración que llevó la economía a la quiebra  con el derrumbe de importantes bancos.

Lo que preocupa de esta diatriba entre los políticos señalados como corruptos  es que del sector del gobierno ha tomado un papel beligerante de primer orden, y deberá, con el peso que le da su  papel de propietario de todo tipo de información, hasta la surgida de sus hackeadores  favoritos, seguir adelante con su plan de ataque en contra del PRD, y éste ripostar con las municiones pesadas que debe poseer para los casos como los actuales.

Las encuestas le dan poca importancia al interés de la población por la corrupción, siendo relegada hasta un décimo lugar, para ser superada por temas más importantes como el auge de la delincuencia,  la inseguridad ciudadana, el alto costo de la vida, el desempleo, la falta de educación y otros. El desinterés de la ciudadanía  confirma que vivimos en una sociedad permeada por una corrupción endémica.

La percepción de la población de que los recursos oficiales se han volcado hacia el candidato del PLD, es una señal inequívoca de que el sostenimiento de una avasalladora campaña de promoción, con amplios recursos de movilización y   abrumadoras  promociones en los medios  de comunicación, nos pinta a las claras una estrategia bien definida de que el poder  deberá ser retenido a como dé lugar, para poder continuar disfrutando  de las mieles  del poder.

Si ocurriera el triunfo, como es previsible,  del candidato oficialista:  ¿Cómo se las arreglaría para desprenderse de los actuales ministros y funcionarios entregados en cuerpo y alma a su campaña? Hay un grupo que ha acompañado al candidato  en las buenas y en las malas,  de enfrentamientos soterrados y álgidos a su mismo gobierno,  que esperan  una generosa y justa compensación.

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