Un país de gente muy violenta

Un país de gente muy violenta

Si la  delincuencia y sus secuelas a veces luctuosas motivan una de nuestras preocupaciones mayúsculas, más debería preocuparnos el hecho de que los conflictos sociales y la merma de la convivencia armoniosa entre nosotros supera a la delincuencia como causa de muerte. Estadísticas mostradas por el siquiatra Carlos de los Angeles exponen  que hasta el 23 de julio pasado murieron en el país 1,192 personas, de las cuales 790 (66%) perecieron en riñas en lugares de expendio de bebidas, discusiones por problemas de tránsito y otras causas de índole social. La delincuencia provocó solo un 24% de las muertes.

Las cifras demuestran que somos una sociedad de gente extremadamente violenta, que responde a los conflictos apelando al primitivo instinto de la fuerza, en vez del razonamiento. Indican que si bien es cierto que debemos redoblar los esfuerzos para disminuir los actos de delincuencia, mucho más debemos hacer para mejorar entre nosotros la convivencia armoniosa y hacer valer los procedimientos pacíficos como medio idóneo para la   solución de  los conflictos.

Desde luego, enfrentar exitosamente la falta de coexistencia armoniosa y la violencia que ella genera demanda  esfuerzos extraordinarios, una gestión multidisciplinaria y una dedicación permanente en todos los ámbitos sociales.  Ojalá que el desafío de la violencia no sobrepase nuestras capacidades.

Relación de causa y efecto

Se ha anunciado una nueva alza en el precio del pollo para los próximos días. Probablemente esto ocurra también con otros alimentos de origen animal, de crianza local. Ese es un efecto que tiene entre sus causas el hecho de que por lo  menos la mitad de la cosecha de maíz de Estados Unidos se ha dañado o perdido por efectos de la más aguda sequía de los últimos 50 años en ese país.

Pero al margen de la causa de la sequía,  hay otras que han conducido al encarecimiento de la crianza en el país. La producción de maíz, que alguna vez fue importante, ha desaparecido de nuestros campos. Lo mismo ha pasado con el sorgo y con ensayos que se hicieron para producir una variedad de soya. No tenemos reservas  para situaciones como las que nos plantea la inflación de los precios de las materias primas debido a la  sequía en EEUU. Incubamos la causa del abandono de la producción de maíz y ahora tenemos estos efectos negativos.

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