Un país de incumplimientos

Un país de incumplimientos

 Los hechos están demostrando que somos un país de incumplimientos frecuentes. En agosto de 2012  la República Dominicana fue condenada por La Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional a pagar poco más de US$43 millones a la Concesionaria Dominicana de Autopistas y Carreteras (Codacsa), que operaba varios peajes aquí, por incumplimiento de contrato. Ayer el diario digital estadounidense The Business Journal publicó que  la Corte Federal de La Florida habría condenado al Estado dominicano a pagar US$500 millones a  Coral Gables-based Architectural Ingeniería Siglo y Sun Land & RGITC, por incumplimiento de un contrato por  1,510 millones de pesos para el proyecto de riego Azua II – Pueblo Viejo.

Como se ve, hay similitud entre las causas de ambas condenas. En ambos casos, el común denominador es el incumplimiento de contrato, aparte de que el Estado dominicano mostró poco interés en defenderse. A pesar de estas condenas, nadie aquí se ha ocupado de indagar si fue la comisión de errores o indelicadezas lo que nos hizo pasibles de condena. Un Estado no puede darse el lujo de ir de condena en condena por causas de incumplimiento de las obligaciones asumidas con empresas extranjeras. Y tampoco puede pasar por alto la posibilidad de que eventuales malos procedimientos nos estén haciendo merecer la fama de incumplidor.

A cuidar más los hospitales

El Gobierno ha anunciado que invertirá  mil millones de pesos para remozar 42 hospitales con la meta principal de disminuir la mortalidad materna e infantil. Esto es parte de un plan que contempla la intervención de cien hospitales en total, una iniciativa  plausible porque se identifica con la necesidad de mejorar la cobertura del sistema de seguridad social en la etapa de atención primaria.

Sin embargo, siempre hay reparos que hacer. Los hospitales del país se deterioran demasiado rápido  y parece que la causa es  falta de mantenimiento oportuno y el  poco énfasis  para enseñar a la gente a cuidar con celo esas instalaciones que tantos servicios les brindan. Una buena medida sería destinar parte de la inversión a la concienciación de  los usuarios y a crear las condiciones para un calendario de mantenimiento que se cumpla al pie de la letra para prevenir deterioro en gran escala.

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