Un país de millones de minicomercios

Un país de millones de minicomercios

§ 1. El comercio no cambia modo de producción. Los pequeños burgueses desean dinero rápido, fresco y en cantidad. De ahí tengo la impresión de por qué entran a la política. ¿Qué buscan? Una visa americana y un cargo público para sí o para miembros de la familia desde donde se pueda acumular riquezas a través de contratos con el Estado o traer mercancías del extranjero sin pagar impuestos con un en llave en aduanas o un inspector de migración complaciente o sobornado.

§ 2. En esos miniconercios los dueños imponen los precios a medida de su ambición. Conforman una vasta federación de servicios cuyas mercancías son de diaria y primera necesidad para los adquirientes. Es decir, salones de belleza, spas, colmados y colmadones, miles de venta de comidas y bebidas en un alto porcentaje entregadas a domicilio. La ciudad es desde las 7 de la mañana hasta altas horas de la noche un enjambre de motores delivery, sin contar con el minicomercio del motoconcho, servicio imprescindible para quienes carecen de medios de transporte y tienen absoluta desconfianza en el sistema del trasporte público, aunque un por ciento todavía muy bajo se arriesga a usar el metro con apenas dos líneas.

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§ 3. Los locales de los minicomercios familiares o unipersonales ocupan locales muy pequeños. De 40 a 60 metros cuadrados emplazados en sitios donde se paga bajo alquiler, generalmente una pieza o un anexo de una vivienda en calles estrechas de barrios residenciales o avenidas muy comerciales medio urbana o suburbanas, como la Núñez de Cáceres, San Martín, Tiradentes, Lope de Vega y Ortega y Gasset parte alta. Miles de carros con placa privada enlazados por empresas impersonales de trasporte individual tipo Úber, Apolo, in Drive o un montón de pequeñas empresas de taxis localizadas en las barriadas pobladas por la pequeña burguesía en sus capas medias y pobres.

§ 4. Proliferación en toda la geografía barrial de la Capital de los prósperos talleres de vehículos y tiendas de repuestos de vehículos sin contar la cantidad de jóvenes y adultos mayores, para poner un ejemplo la calle 20 o Marco Ruiz, que venden piezas de vehículos robadas a los conductores mal estacionados o que son pillados en un descuido. Del Ozama hasta San Isidro y desde los barrios fronterizos a la autopista de las Américas hasta las playas del litoral Este, todo ese territorio es un semillero de pequeños negocios y, por ejemplo, se observa, aparte de la proliferación de moteles, un hormiguero de tiendas que venden, desde repuestos de vehículos de alta gama, hasta los modestos carritos para taxiar o de uso privado familiar de dos puertas que necesitan repuestos baratos y consumen poca gasolina y aceites.

§ 5. Desde el área suburbana de las carreteras Duarte, Sánchez y Mella hasta donde comienzan los matorrales, todas las orillas están sembradas de minicomercios dedicados a estos servicios cotidianos. Debe estar por surgir la literatura que cuente, en un futuro próximo, a través de novelas, cuentos o piezas de teatro con personajes que describan, interpreten y analicen esta nueva realidad surgida del convencimiento de la gente, por experiencia vivida de más de 60 años, que los políticos nos han gobernado sin resolver ningún problema grave y su único norte ha sido robarse el dinero público y asaltar las propiedades inmobiliarias o industriales del Estado.

§ 6. Una población flotante de desempleados, miles de hogares que esperan mensualmente remesas desde los Estados Unidos y Europa, una alta proporción de ladrones, rateros, atracadores y una minoría especializada en el sicariato terminan la tarea de completar esta fuerza de trabajo ociosa que ni siquiera sabe que constituye un obstáculo gigante a la creación de un Estado nacional y que son un montón de zombis sin conciencia política ni conciencia nacional.

Un consultorio dental o un bufete de abogado puede funcionar en una habitación alquilada o privada de no más de 30 metros cuadrados y miles de profesionales liberales que no tienen capital (médicos, ingenieros, agrimensores, contadores, asesores de todo tipo) tampoco necesitan un espacio de más de 30 o 40 metros cuadrados. El ama de casa que vende ropa hecha o importada sin pagar impuestos, diversos artículos de fantasía o joyas preciosas, al igual que las y los masajistas o un barbero, solo necesita una pequeña habitación en la casa y eso es ya un minicomercio dirigido por un microempresario privado individual que hasta puede pasar desapercibido para la DGII.

§ 7. El microtraficante de drogas no necesita local. Su local es una esquina del barrio o un rincón de un colmado o colmadón. Puede ganar al mes más que un taxista o un motoconchista y está exento de impuestos.

Los templos evangélicos con todas sus denominaciones son un próspero e inmenso negocio que solo necesita una casita de madera y un micrófono, un altoparlante y unas cuantas sillas y si es para la pequeña burguesía media y alta, una bonita iglesia al estilo estadounidense, con bancos y altar de buena madera y una suntuosa residencia para el pastor o la pastora de una clientela que perdió toda esperanza de salvación en la Iglesia católica. Su acercamiento al gobernante de turno o al candidato que sea percibido como ganador es una estrategia que rinde frutos apetecibles y un despliegue de las actividades del pastor y su iglesia en los medios de comunicación de masas, indispensable para reclutar nuevas ovejas descarriadas.

§ 8. Las bancas de apuestas en todo el país son unas dos mil y pico y solo necesitan un cuartito de 30 metros cuadrados o menos, porque la mayoría, salvo que no se expenda bebidas, solo necesitan una persona y una computadora para operar.

§ 9. Puestos de venta de desayuno, comida y cena en plena calle y al aire libre necesitan dos personas, generalmente marido y mujer. En los mercados públicos de todo el país existen miles de puestos de venta de comida, recuerdos turísticos, arroz, habichuelas y otros granos, aves de corral, guineas, etc., por cuenta de trabajadores informales.

§ 10. La Capital será de aquí a 2050 o 2075 un inmenso mar horizontal de barrios que amenazan expandirse más allá de Haina y San Cristóbal, Pedro Brand y Manoguayabo, Villa Mella, La Barquita, San Isidro y las playas de Guayacanes y Juan Dolio. Las grandes empresas industriales agrupadas en las diferentes asociaciones patronales como por ejemplo el CONEP, la Asociación de Industrias y la Confederación Patronal y las demás organizaciones empresariales más pequeñas, y que se autoproclaman industriales, tenderán cada día más a convertirse en empresas de servicios ligadas a la alimentación. Por ejemplo, las fincas o haciendas y los sembradíos de frutas como piña, naranjas, cocos, lechosas, etc., que necesitan, como antaño el hato, poca mano de obra, por necesidad biológica irán desplazando a las que se dedicaban a procesos industriales, puesto que en el mundo globalizado de hoy todos los productos industriales que necesita nuestro país lo suministran China, Estados Unidos. Corea y otros países de alta tecnología a precios más baratos.

§ 11. Los países del tercer mundo se convertirán en economías de servicios proveedores de materias primas y es hoy una fantasía pretender que algún día serán economías industriales. Este es el futuro de los países «subdesarrollados» de América Latina, Asia y África. De aquí al 2050 o el 2075 los nacidos en el decenio de 1940 y que estamos vivos en 2023, estaremos muertos entre 2050 y 2075 y como reza el título de la novela de Marcallé Abreu, cada cual deberá decirse: NO VERÁN MIS OJOS ESTA HORRIBLE CIUDAD.

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