¿Un país de niños sin papás?

¿Un país de niños sin papás?

Según la noticia, de los 2 millones 300 mil niños nacidos entre el 2001 y el 2012, dos millones son hijos de madres solteras. La especie apareció la semana pasada en el Caribe, según reciente información dada por la Oficina Nacional de Estadísticas, ONE.

O sea, que 9 de cada 10 niños no tienen un papá, o son hijos de parejas no casadas, o su madre no tenía a mano un acta de matrimonio o no llenaban algún trámite legal de la JCE. En todo caso, tenemos un grave problema de legalidad, y uno aún mucho más grave de hogares mono parentales o infuncionales.

Como si no fuera ya demasiado que vivamos en un mundo poblado de consumistas voraces, depredadores del hábitat y profanadores de las pocas buenas costumbres que vienen quedando; de devotos del ego, narcisistas patológicos y sibaritas vulgares; en cada vivienda uno o varios hijos mimados, adictos del televisor y el celular, autistas del internet y la computadora personal y otras parafernalias del tecnicismo cibernético.

Estos nuevos millones de futuros ciudadanos, provenientes de hogares incompleto, disfuncionales o simplemente sin papás, actualmente en su mayoría son menores que carecen de seguridad alimentaria y de salud. Asistirán a una escuela pública solo durante algunos años, recibiendo una formación e instrucción deficitarias, e ingresarán al grupo de los “ninis”, que no trabajan ni estudian.

Para luego convertirse en personas socio-económicamente no procesables, en muchos casos, totalmente incapaces de ingresar a alguno de los mecanismos institucionales de participación social.

Al menos por ahora, no se alcanza a ver el espacio y las soluciones que Estado y sociedad tienen para siquiera esos dos millones de niños y niñas que dentro de otros diez años, conjuntamente con otros niños procedentes de la pobreza y de hogares disfuncionales, serán la gran mayoría de la población dominicana (haitianos aparte).

No se vislumbra la solución que el gobierno y todo el sistema institucional formal de este país tienen en perspectiva para este enorme problema. Con la desventaja adicional de que siendo estos futuros ciudadanos parte del problema, no pueden más que buscar soluciones dentro de la marginalidad, la economía informal, el populismo, el clientelismo y la santería; y, obvia y lamentablemente, en la ilegalidad.

Estamos ante un fenómeno mayúsculo, de descomunal impacto social. Con el agravante de que como es paulatino, la llegada del agua, contrariamente a la de los ciclones, no trae fuertes brisas, ni olas colosales; como inundación no anunciada ahoga multitudes y sumerge en sus sucias y densas aguas lo poco que de este país por lo cual todavía vale la pena vivir aquí.

Las autoridades harán lo que puedan, es decir, lo mismo de siempre, y con suerte, algún esfuerzo notorio. Algunos viven con sobresalto, pero son muchos más los que dormitan sobre el falso consuelo de no notar, cual la rana caída por azar en la olla de agradable tibieza, la creciente ebullición que la cuece… paulatinamente. Aún así, hay quienes apuestan contra la integridad de la familia como base de la sociedad.

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