Un país muy especial

Un país muy especial

Claudio Acosta

Un país muy especial.- Son cosas sobre las que uno lee, y de inmediato exclama: ¡eso solo pasa en este país! Y aunque, por ser tan frecuente dado el amplio catálogo de singularidades que adornan la dominicanidad, deberíamos estar ya acostumbrados a esa incómoda sensación, siempre hay algo que rompe esos frágiles límites, y se abren paso a codazos la verguenza y la indignación. Que fue lo que sentí cuando me enteré por los periódicos de la petición aprobada por los regidores del ayuntamiento de Sosúa de retirar del fondo del mar, a solicitud de “sectores religiosos”, la estatua de la diosa taína Atabey colocada allí como atractivo turístico para los amantes del buceo y recuperar los arrecifes de la bahía de Sosúa, afectada por la contaminación y el vertido indiscriminado de desperdicios y basura. ¿La razón de la absurda petición? Promueve la idolatría y los dioses falsos.

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Desde luego, esa no fue la intención de la Fundación Ecológica Maguá y la Global Coralition cuando, en el 2003, sumergieron la estatua de la madre de Yocahú, el dios supremo de los taínos. Desde entonces para acá se ha reducido de manera significativa la erosión de la costa, pues se han conseguido sembrar 700 corales que han creado un arrecife artificial que ha permitido que regresen a la zona muchas especies marinas. A las que, por supuesto, no les molesta que sea la Madre de las Aguas, según la mitología taína, la que esté allí para devolverle el ecosistema que la indolencia y el descuido destruyeron. Y como esa estatua está en el fondo del mar y no en una plaza pública, donde podría lastimar la sensibilidad religiosa de un cura sin oficio y un pastor evangélico con ganas de joder y llamar la atención, no veo de qué manera pueda afectar su fe en “el único Dios verdadero”. Llegado a este punto solo me falta decir, a modo de pertinente aclaración, que si no he mencionado aquí la ignorancia de los regidores que, haciendo el ridículo, aprobaron a unanimidad esa petición, se debe simplemente a que a estas alturas está tácita y sobreentendida.

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