Un país muy vulnerable

Un país muy vulnerable

En este país las normas disponen que todo alimento o producto de uso personal tiene que estar registrado para poder ser vendido al público. Del mismo modo, la autoridad debe tener constancia escrita del ingreso y permanencia en territorio nacional de toda persona origen extranjero. Y los registros son también obligatorios para el caso de los profesionales extranjeros que vienen al país con la finalidad de ejercer su profesión u oficio. Al menos eso dicen las reglas, aunque no resulta así en la práctica.

Nuestra vulnerabilidad como sociedad queda evidenciada en el hecho de que en nuestro país se venden libremente unos quince mil productos, alimenticios y de uso, extranjeros y locales, que no constan en ningún registro. El CODIA ha denunciado que ingenieros extranjeros ingresan al país y ejercen su profesión sin estar registrados, en perjuicio de los colegiados. Y para colmo  de flaquezas, Migración afirma que en el país solo hay registrados 90 mil extranjeros, cuando sabemos que aquí permanecen  cientos de miles de muchas nacionalidades.

Como queda evidenciado, somos un  país muy expuesto a contingencias nada agradables, peligrosas algunas para la integridad de la nación y para la salud de los dominicanos. Necesitamos actualizarnos en materia de registros y de hacer cumplir las normas que nos rigen como sociedad.

La droga solo deja horrores

El país vive con horror la experiencia de una madre y un padre asesinados a machetazos por su propio hijo, un adolescente que luego se ahorcó. El suceso ocurrió en Santiago la madrugada del domingo. En el país han ocurrido muchos crímenes similares a este y en todos ha mediado como causa el consumo de drogas. Es una demostración dolorosa pero irrebatible de que la persona que está metida en drogas, como consumidor, traficante o mula, tiene que haber perdido el respeto por la vida.

La abundancia de casos de agresión bajo efectos de drogas debe estimular a arreciar la lucha contra este negocio y a ponerle más atención al consumo y sus efectos devastadores de la personalidad y sentimiento humanos. El consumo, doquiera que se produzca, es el motivo que alimenta a ese  mercado maléfico, y lo hace a costa de horrores como el que vive el país por esta manifestación de desprecio por la vida.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas