Un país pobre, ricamente representado

Un país pobre, ricamente representado

Hay un reclamo que desde la oposición y los gremios empresariales consistentemente se le viene haciendo al Gobierno, y que aún hasta sus propios simpatizantes más sensatos apoyan, y es que comience a aplicar la tantas veces anunciada pero nunca ejecutada austeridad en el gasto público.

Cualquiera podría tontamente creer que la insistencia es un ejercicio de “gadejo” de parte de críticos profesionales. O que los empresarios sangran por la herida de ver sus impuestos dilapidados de manera poco prudente. Pero un aspecto de la necesidad de austeridad tiene mucho que ver con cuán poca relación hay entre la fastuosidad y la inmensa pobreza de este país.

            Austeridad deberíamos aplicarnos todos, aun quienes vivimos de ingresos por trabajar en el sector privado, puesto que el derroche en tiempos tan peligrosos como estos es casi una estupidez. Pero más aún en las instituciones públicas, donde los cuartos son ajenos y ofende a la dignidad del Estado que sus funcionarios malgasten los fondos del erario.

            Sin embargo, la impresión de derroche no siempre resulta de una decisión conciente, pero su manifestación no debería quedar impune. Un ejemplo es la cantidad de funcionarios, amigos, empresarios y oportunistas que acompaña al Presidente Fernández cada vez que sale en un viaje al exterior.             En esta ocasión, en que el Presidente se hospeda en el Hotel Palace de Nueva York, donde las tarifas por habitación sobrepasan los mil dólares diarios, uno se asombra de ver cómo la delegación dominicana aparentemente incluye hasta embajadores criollos acreditados en Europa, funcionarios cuya responsabilidad nada tiene que ver con el viaje del Presidente, y la presencia en las periferias del «entourage» de los compañeritos del PLD que andan detrás del gobernante para tratarle personalmente el disparate personal de cada cual elevado a asunto de Estado.

            Quizás la delegación oficial dominicana en verdad sea reducida, y esta crítica sana sea fruto de un exceso de celo por cuidar la imagen dominicana. Pero apuesto peso a morisqueta que los acompañantes inconsultos difícilmente andan por Nueva York costeando sus gastos con dinero de su “propio peculio”, para usar la vieja frase trujillista. 

            Y lejos de ayudar a su Presidente, lo exponen a críticas y a burlas, de gente que son dolientes del erario, y que con razón se preguntan por qué, si somos un país pobre, andamos tan ricamente representados.

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