Un país que se cae a pedazos

Un país que se cae a pedazos

Si algo ha quedado confirmado en el caso de la República Dominicana de hoy, es que existen dos formas de percibir la vida social: el mundo de la palabra, de quienes tratan de pintar un país que marcha pujante hacia el progreso, el orden y la convivencia democrática, y el mundo de las realidades que padecemos, en el que nada funciona, fruto de la corrupción generalizada, la ineficiencia y los abusos de poder.

Mientras la prensa alquilada y los portavoces del gobierno pretenden convencernos de que el proyecto despótico de Constitución de la República del Presidente es una “revolución democrática”; que progreso significa construir un metro que no utiliza ni el uno por mil (1/1000) de la población, y gasta RD$500 millones anuales del erario público para su mantenimiento; que ofrece otra línea de éste y un ferrocarril de Haina-Santiago; y otros proyectos multimillonarios fantasiosos o de relumbrón; la educación, la salud las viviendas, los contenes, las calles, la agricultura, los mercados están abandonados y hay un irrespeto generalizado a los derechos humanos, la seguridad ciudadana.

No es un problema de interpretación entre dos formas de comprender las cosas, somos un país en caída libre sin remedio a la vista; en el que el propio Presidente de la República se queja como un simple espectador de las inconductas de una burocracia rampante que él mismo crea, que se traga el presupuesto de la nación y roba lo que queda de la riqueza y sus recursos naturales.

El endeudamiento masivo sin paralelos e irresponsable, el narcotráfico y lavado de activos al por mayor y detalle; el contrabando sin límites, obras faraónicas y casi paralizados, mientras otras miles esperan por presupuesto; el creciente involucramiento de jerarcas civiles y militares en actos delincuenciales; y se tratan de convencer que el nepotismo y el fraude son cosas normales en la administración pública; en tanto que la Procuraduría General almacena tranquilamente cientos de denuncias de corrupción.

Lo cierto es que el país parece caerse a pedazos. La violencia, la impunidad, el cinismo, el desempleo y la miseria generalizada, la desesperanza y las inmigraciones ilegales; la ineficiencia del gobierno en lo que no sea publicidad o conseguir más recursos a costa de la población, nos indican que estamos llegando al límite de tanta desgracia e inseguridad, por lo que se imponen cambios para revertir esta situación.

La única vía legal para enfrentar esta crisis desesperada es la de unir voluntades con disposición de concertación para crear un frente electoral incontrovertible que triunfe en las elecciones generales del 2010 y 2012, y prepararse para gobernar con el pueblo y para el pueblo dominicano. Si es que nos dejan todavía esa vía de escape con elecciones limpias.

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