Un país sin política de juego responsable

Un país sin política de juego responsable

La angustia y sufrimiento de un ludópata, solamente la vive y la padece, su familia, su pareja, y el propio enfermo cuando ha tocado fondo. En nuestro país está aumentando la población de jugadores compulsivos, de ludópatas y de conductas impulsivas e influenciables a juegos en diferentes grupos sociales. Existen cantidades de adolescentes jugando en el Internet, y participando en juegos eléctricos, videos juegos y juegos violentos, de los cuales han desarrollado dependencia, creándole graves trastornos en los estudios, en la socialización, y con su propia familia.

Pero fuera de los hogares en los barrios existe todo una cultura de juego: deportes, caballo, carros, bancas, casinos, juego de azar, juego de mesa, etc. Son millones de pesos que se juegan día tras día, donde hay personas y familias arruinadas, abatidas y víctimas de esta terrible enfermedad.

El jugador compulsivo una vez empieza no puede parar, debido al descontrol de su cerebro: Dopamina, serotonina y la disfunción con las áreas cerebrales de refuerzo. Se espera que entre el 1% y el 3% de la población adulta pueda presentar el trastorno a lo largo de su vida. Aunque lo peor es que los jugadores terminan en franco trastorno comorbido con otras drogas: alcohol, tabaco, marihuana, heroína, compras compulsivas y otros trastornos mentales como: depresión, ansiedad y suicidios, etc. En todos los países organizados, con sistemas de prevención en salud mental para sus ciudadanos existen las políticas públicas para prevenir, educar, sensibilizar y tratar a las familias, a los hombres, mujeres y jóvenes sobre la terrible enfermedad de los juegos. El juego responsable, existe en Latinoamérica, y se aplica en los medios de comunicación con publicidad que dice: “El juego crea adicción”; “El jugar daña la familia y la economía de las personas”, “El juego es una enfermedad adictiva crónica, no curable”, etc.

En los casinos es obligatorio dar educación, charlas, folletos de prevención, y promocionar la salud metal de los usuarios que visitan o juegan. En toda Europa las loterías y juegos tienen que mantener económicamente Unidades de Desintoxicación y Rehabilitación Psico-social para tratar a personas afectadas por la adicción a juegos, pero también apoyan con publicidad, con campañas de prevención y de sensibilización que estimulan al no juego. Aquí solamente se ve la parte que se obtiene de pago de impuesto por los juegos; pero para nada, se piensan en los riesgos, en las consecuencias, en el impacto psicosocial y familiar que tiene la actividad del juego.

Cada semana, cada mes, los psiquiatras recibimos jóvenes y adulto en depresión, con intento de suicidio, con trastornos psicóticos inducidos las drogas y juegos, en poblaciones de clase media, alta y baja. Pero también, son más frecuentes los divorcios, las crisis familiares y la pérdida laboral y social, de una vida arruinada por la ludopatía. Un país con actores sociales sensibles, preocupados por sus jóvenes y adolescentes invierten en política de juego responsable.

En los jugadores que empiezan de forma recreativa u ocasional, buscando suerte, suelen a veces tener rachas de suerte que les entusiasma al juego, para luego pasar a perder el entusiasmo y entrar a etapas de superstición y con pensamientos mágicos que suelen estar presentes en el ritual del juego. Sin embargo, son muchos los que terminan en desesperanza, derrotados y arruinados en todos los órdenes.

En la vida adulta cada quien es responsable de su proyecto de vida, de sus actos y de prevenir sus consecuencias de hábitos tóxicos, de conducta impulsiva o de compras impulsivas.

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