Un país vencido por una absurda cartera

Un país vencido por una absurda cartera

“Corre Sobeida, que ahí viene la policía”, dijo la niña de cinco años mientras jugaba con dos de sus muñecas. Su abuela, que pasaba cerca de ella en ese instante, se quedó tan estupefacta que no fue capaz de emitir palabra. Al escuchar la anécdota confieso que me horroricé: saber que una niña juega a defender a la amante de un narcotraficante me obligó a concluir que los efectos del síndrome Louis Vuitton son más terribles de lo que cualquiera pudo atreverse a imaginar. Ella no sabe que el juego correcto es entregar a Sobeida a la Policía. Defenderla es hacer apología del mal y, con ello, decirle a las próximas generaciones que lo importante es conseguir dinero, sin importar cómo.

Y ese fue el mensaje que le dimos a este país la semana pasada. Hicimos de Sobeida una diva y, al mismo tiempo, engrandecimos todo lo que ella encarna. Eso, por más que lo quieran justificar, es detestable. Lo mejor del caso es que, mientras nosotros nos entreteníamos con una historia de papel cuché, el gobierno trabajaba con eficiencia en tres proyectos de ley que buscan enfrentar un déficit fiscal de US$700 millones generado, entre otras cosas, por el sector eléctrico (al que se le trasferirán RD$11,627 millones).

Uno de esos proyectos indexará los precios de los combustibles, lo que nos afectará directamente a cada uno de nosotros. Y es que, a pesar  de las palabras “tranquilizadoras” de Temístocles Montás el día de ayer, es difícil pensar que los hidrocarburos suban y los precios de todo se queden igual. Mientras eso sucede, nuestros ciudadanos prefieren fijar la vista en la cartera que lleva una cortesana.

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