No es coincidencia que el mismo día que los periódicos destacan en sus primeras planas el palo acechao de los honorables diputados, que eliminaron del nuevo Código Penal el párrafo que permitía la interrupción del embarazo en condiciones y circunstancias especiales, se publicara también el hallazgo de seis fetos dentro de una funda plástica abandonada en una zona verde de la urbanización Italia, en Santo Domingo Este, cuyos residentes sospechan fue dejada allí por alguna de las clínicas privadas que funcionan en la zona. Y no es ni puede ser una coincidencia porque aquí todo el mundo sabe, empezando por los propios legisladores, que en este país se practican abortos a diestra y siniestra, bien sea en un tugurio sin las más mínimas condiciones de higiene y asepsia o en lujosas clínicas de alto copete y facturas astronómicas. ¿Cuántos médicos o propietarios de clínicas han sido procesados y condenados por una práctica que se comete a la vista de toda autoridad que quiera tomarse la molestia de verla? También saben los honorables diputados que al eliminar el párrafo que permitía la interrupción del embarazo en casos de violación, incesto o malformaciones del embrión incompatibles con la vida no impedirán que se sigan haciendo abortos a diestra y siniestra, pero escogieron hacerse los graciosos con las iglesias y los votos potenciales que estas representan. Desde luego, el hallazgo de esos seis fetos merece una respuesta contundente de las autoridades, pero que quede claro desde ahora que la decisión de los “honorables” contribuirá al incremento de los abortos clandestinos y, por vía de consecuencia, nos expondrá a repetir experiencias tan desagradables como la que acaban de sufrir en la urbanización Italia.