En un artículo anterior titulado: El problema de Danilo, el dilema de Leonel (25, 05,11) afirmaba que a pesar de los buenos vientos que soplan a favor del Lic. Medina en el PLD, éste no las tenía todas consigo: debía contar con el irrestricto apoyo de Leonel y cargar con el pesado fardo de su gobierno, cada vez menos defendible. Los intentos fallidos del Presidente de postularse y tratar de endosarle al Partido un alter ego, le creaban un grave problema.
Ello provocó que algún amigo, cargado de buenas intenciones, me observara que quizás, a lo inverso, el problema era de Leonel y el dilema de Danilo, lo que, bien visto, no estaría mal planteado. Y viene al caso, a propósito del palo acechao: el paquetazo fiscal sometido por el Presidente afectando a importantes sectores y a buena parte de la población, sorprendidos, igual que su candidato, por esta insólita andanada, luego de reiteradas promesas de que no se impondrían nuevos impuestos.
Y aquí surge el dilema de Danilo a quien, al parecer, sólo le importa el impacto negativo y el costo político que esa medida anti popular tiene para sus caras aspiraciones. Frente al paquetazo, Danilo se ha sentido de nuevo derrotado por el Estado. Objeta la medida tímida y desacertadamente, porque es inoportuna; no per se, demandando otras alternativas y soluciones. Quiere quedar bien con dios y el diablo, y queda mal con los dos. Reprueba el paquetazo y sus efectos, porque es introducido en medio de una campaña electoral y coloca su candidatura en desventaja, en un palo encebao.
Para los jóvenes votantes, interesados en la política vernácula, que no están familiarizados con ese término debe explicarse que el Palo Encebao es una trampa. Formaba parte de un gran festejo que se acostumbraba celebrar en todo el país el día de San Juan, si mal no recuerdo, y que consiste en tentar, a cambio de un premio, a grupos de atrevidos e incautos para que traten de subir hasta alcanzar la cima del palo que, debidamente engrasado, encebado, ofrecía obstáculos insalvables para el goce y entretenimiento de la multitud que aplaudía la hazaña y se burlaba del perdedor en su fallido intento.
Cierta, pero muy desafortunada, la reacción del candidato Medina que, persuadido de que el paquetazo propuesto por el gobierno le da ventajas a la oposición que tratará de desacreditar la medida y rechazarla en el Congreso, en vez de salirle a paso y ganar un mayor espacio como líder, se da por vencido. Se lamenta de que la trampa sea, para él, inoportuna. No porque existen otras medidas alternas, sin perjudicar al pueblo que la sufre, sino a su candidatura. Quien en su peculiar promoción, a modo de Chapulín, ha prometido que continuará lo bueno del gobierno; corregirá lo malo y hará lo que nunca se ha hecho (sic), entrampado como está, no se atreve a salir por arriba del hoyo en que se encuentra y hacer lo que nunca ha hecho: soltar viejas ataduras, sacudirse y dar la pelea.