Soy papá de un hijo y una hija ya adultos y abuelo de dos nietas pequeñas. Igual que todos los padres en el mundo los amo mucho y quiero lo mejor para ellos. Pero cuidarlos, protegerlos y orientarlos hacia lo correcto es trabajo difícil. Todos aprendemos en el camino – nadie nos entregó un manual para ser padre.
Muchas veces simplemente replicamos la forma como nos educaron nuestros padres, pero también aprendimos en un contexto de la protección de los derechos de la infancia, que la aplicación de violencia y métodos crueles pueden causar daños físicos y mentales a largo plazo.
La reciente discusión en torno al nuevo Código Penal me ha llevado a reflexionar profundamente. Esta pieza de legislación parece decirnos que es menos grave un golpe de parte de un papá que de otra persona fuera de la familia. Desde mi experiencia pienso lo contrario. Sé que las niñas y los niños aman a sus papás y mamás y los consideran su refugio y sus protectores en situaciones difíciles. ¿Qué tan traumático debe ser la experiencia de ellos si la persona en la cual confían más en el mundo les responde a esta confianza con violencia y agresión?
De aquí viene la importancia de una crianza basada en el respeto y el amor. La propuesta de normalizar el castigo físico como medida disciplinaria elimina este respeto y disminuye el amor. Además, podría representar un retroceso en la legislación nacional y contraviene los principios establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Esto coloca a los niños y niñas en una situación de alto riesgo e indefensión frente a abusos de poder por parte de los adultos.
La Convención de los Derechos del Niño es el documento más reconocido por casi todos los países del mundo. En él las sociedades globales se han puesto de acuerdo sobre que consideran los estándares mínimos como tratar a los niños y niñas. Allí enfatizan que ellos poseen la misma equivalencia humana y dignidad que las personas adultas. Normalizar los malos tratos en el ámbito privado como una alternativa de crianza les quita esa dignidad y los coloca en una posición de desventaja. Así es casi inevitable que se perpetua el ciclo de violencia y discriminación que afecta su desarrollo integral y bienestar a largo plazo.
Es por ello que desde Plan International trabajamos para construir sociedades que reconozcan y respeten los derechos de la infancia y la igualdad para las niñas. Educamos a las familias y comunidades para generar entornos seguros y protectores que favorezcan su pleno crecimiento y desarrollo. Trabajamos en 70 países y en la República Dominicana desarrollamos intervenciones en más de 130 comunidades de la zona sur del país (Azua, San Juan y Barahona). Nuestros programas y proyectos dotan a padres, madres y tutores de herramientas prácticas que les permitan educar a sus hijos e hijas con mucho amor y comprensión, pero con límites y sin malos tratos.
Reconocemos los esfuerzos y resultados acumulados en los últimos años, como el impulso a la Ley sobre crianza respetuosa y la invaluable labor del Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI) y el Instituto Nacional para la Atención Integral a la Primera Infancia (INAIPI) para aspirar a una vida libre de violencia. Por eso coordinamos nuestros esfuerzos con esas entidades y otras agencias y actores con la misión de proteger la niñez. De igual forma, colaboramos con el Ministerio de la Mujer para fomentar la educación de los hombres, con el objetivo de reducir la violencia y promover su participación activa en la crianza y otras actividades de cuidado a través del proyecto «Hombres Jóvenes por la Igualdad».
En Plan International estamos convencidos de que invertir en el cuidado de la primera infancia y la educación es la mejor apuesta para erradicar la violencia y el castigo corporal hacia niños y niñas. Por ello, animamos a legislar para mejorar la inversión pública que permita continuar desarrollando actividades formativas con las familias. Desde la Convención sobre los Derechos del Niño el estado está comprometido a tomar todas las medidas adecuadas para proteger a todos los niños y niñas contra toda forma de violencia.
Aún estamos a tiempo de respetar este principio y construir un marco legal que priorice el bienestar de nuestros niños y niñas, la plena garantía de sus derechos a crecer contentos, en un entorno libre de violencia y lleno de oportunidades.
Desde Plan International vamos a seguir trabajando juntos hacia este objetivo esencial. Y para el Día del Padre de este año les pido hacer un regalo a sus hijas e hijos, asegurándolos que un papá que cuida, no golpea.
El autor es Director de Plan International en la República Dominicana.