Un parque nacional como patio

Un parque nacional como patio

De aceptarse las modificaciones hechas por el Senado de la República al Proyecto de Ley de Areas Protegidas sometido por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, algunos parques nacionales pasarían a ser los patios de los hoteles, y de ahí a ser áreas de expansión, campos para golf y tiradero de basuras.

En el Parque Nacional del Este, por ejemplo, la propuesta de los Senadores eliminaría de protección prácticamente todas las zonas de playas, y de construirse hoteles en esas zonas abarcaría hasta 500 metros hacia dentro del parque sólo de construcción, sin tomar en cuenta las áreas y carreteras de acceso, que surcarían el parque hacia cada una de los hoteles construidos.

En esas condiciones, toda la ocupación turística del resto del país que estaría interesada en visitar el Parque Nacional del Este se vería imposibilitada de hacerlo, puesto que sus zonas de playas principal atractivo de la zona estarían en manos privadas, en tanto que las zonas de bosques al norte pasarían a ser los patios «de uso múltiple» de los complejos propietarios de las playas.

Otra gran amenaza sobre los parques, tanto sobre el Parque Nacional del Este como el Parque Nacional Jaragua, es la que se cierne sobre su diversidad biológica.

Ambas áreas protegidas tienen características similares aunque particulares: el Parque del Este tiene bosque costero, alto y xerofítico; el Parque Jaragua es por completo bosque seco con algunos mosaicos de bosque alto. Pero son abundantes en aguas subterráneas, que en los puntos que afloran forman lagunas y manglares. Utilizando estas lagunas y manglares existe una alta población de mosquitos como parte de su diversidad biológica.

Los hoteleros van a querer controlar la población natural de mosquitos a fuerza de fumigación, dispersando en el aire y el agua insecticidas en cantidades industriales. Eso dará comienzo al desplome de la cadena trófica, alimenticia, de las zonas de lagunas y muchas otras zonas que, aunque no tienen lagunas, sí tienen altas poblaciones de mosquitos por los estancamientos de agua temporales.

La diversidad de fauna que se inicia en esos sitios llevará a los demás miembros de esa cadena alimenticia el veneno dispersado, motivando la despoblación faunística tanto hacia el bosque como hacia el mar. Y naturalmente, esa despoblación dará inicio a la pérdida de elementos de la flora, principalmente de aquellas plantas que dependen de la actividad de animales (mariposas, aves, murciélagos, etc.) para su proliferación.

No existe manera alguna en que puedan coexistir los Parques y los complejos hoteleros. La única vinculación de los parques nacionales con el turismo es la recepción de visitantes, todos los quieran ir, sin excepción de hoteles, de nacionalidad o de condición económica.

[b]La cortina de humo del rockash[/b]

La mutilación y rápida aprobación del Proyecto de Ley de Areas Protegidas demuestra cómo ha sido utilizado el escándalo mediático de la presencia del rockash en Manzanillo y Samaná. Ahora se ve cuál era el propósito de los senadores implicados en la supuesta «preocupación por la Ecología».

Independientemente de la característica contaminante del rockash los senadores han utilizado la polvareda levantada para pasar dicho proyecto sin las vistas públicas que se habían solicitado para Santo Domingo. Y es casi seguro que con la misma celeridad van a tratar de pasarlo por la Cámara de Diputados, aprovechando todavía el «humo» del rockash y la baraúnda de la campaña política.

Como ocurre con cada período electoral, las parcelas políticas utilizan sus respectivos tinglados para promover los más turbios negocios en torno a las áreas naturales. Ya anteriormente se crearon los ahora grandes problemas de las ocupaciones de las márgenes de los ríos Ozama, Isabela y Haina.

En regiones del interior del país se han utilizado los escandalosos períodos electorales para estimular la ocupación de tierras privadas y del Estado. Pero ahora el movimiento de venta de territorios ha traspasado todos los límites, pues se está negociando el futuro ecológico de las costas del país, por lo menos, lo que queda de costas vírgenes.

[b]Para los que llegan tarde a la información[/b]

El territorio que ocupa el Parque Nacional del Este es parte de una franja de costa de aproximadamente 200 kilómetros de extensión que fue utilizada por los diferentes grupos aborígenes que llegaron desde el sur del continente americano en diferentes olas migratorias a lo largo de unos 5 mil años.

Estos grupos se establecieron en la costa aprovechando la enorme riqueza natural de sus manglares, fondos someros, desembocaduras de ríos, manantiales, la vegetación tropical frutal y maderable y las llanuras cercanas a la costa que sirvieron luego a los grupos de agricultores.

El Parque Nacional del Este es un territorio muy poco modificado, conservando todavía las características naturales que sirvieron a los grupos aborígenes para su establecimiento y crecimiento económico y social.

En cuanto a la ocupación española de esta parte de La Hispaniola durante el período de la conquista, las evidencias más notables de la presencia hispánica y contacto con los aborígenes fueron las ruinas de la edificación construida por Juan Ponce de León en la margen occidental del río Yuma límite geográfico del procurrente que ocupa el Parque , quien participó desde el 1502 hasta 1508 en la conquista de La Hispaniola y luego pasó a Puerto Rico y La Florida.de la Isla Saona. Las ruinas y fundamentos de la casa solariega y fuerte militar español construida por Juan Ponce de León sirvieron para la restauración de la casa y su habilitación como museo colonial.

Por otro lado, en los fondos marinos frente a la costa de la Isla Saona se han reportado la existencia de partes de embarcaciones españolas que llegaban a esta pequeña isla.

[b]El «desarrollo» y el Parque del Este[/b]

Algunos elementos de la vegetación del sitio como los árboles de madera dura fueron aprovechados en algunos momentos de la historia post hispánica de la región y del país, ese aprovechamiento no alteró sensiblemente los ecosistemas presentes en su interior. El crecimiento de la industria azucarera en el este del país durante los inicios del Siglo XX demandó gran cantidad de madera para los sistemas de ferrocarriles, pero esa demanda fue suplida por los bosques que eran eliminados para la siembra de la caña de azúcar. Igualmente, era madera que suplió la exportación hacia otros países. La situación de alejamiento geográfico del centro de desarrollo de la industria azucarera salvó de la devastación a lo que hoy es el Parque Nacional del Este.

En la historia reciente (1950 1975), el territorio del Parque fue utilizado por cazadores y recolectores nómadas que provocaron un notable descenso en la avifauna de la zona, aunque no se conoce que esa actividad haya ocasionado la desaparición de especies. Otra actividad que ocasionó daños aislados fue el uso de algunas especies de árboles para la fabricación de carbón «in situ». Esas actividades económicas locales fueron controladas a partir de 1975, cuando el área fue declarada como protegida.

La nueva propuesta de los políticos y la más dañina es proponer de nuevo el «desarrollo» mediante la utilización de los recursos que quedan y que todavía sostienen a duras penas cierto equilibrio entre el mar y las zonas terrestres.

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