¿Un partido de cuadros en la era digital?

¿Un partido de cuadros en la era digital?

Teófilo Quico Tabar

Hablar en la época digital de construir un partido de cuadros, puede resultar chocante para algunos. Pero hablar de convertir un partido viejo, considerado de masas, en partido de cuadros en estos tiempos, resulta algo inaudito.
Los partidos de cuadro han sido catalogados como organizaciones élites. Conformados por personas influyentes en determinadas áreas y localidades. Con dirigentes que creen en su proyecto y en sus ideas. Con disciplina y sin doblez. Con capacidad de costear los gastos de la organización. En sentido general, son partidos elitistas que descansan en dirigentes escogidos, al margen de las masas silentes o del resto de la sociedad.
Casi todos los partidos de cuadros han tenido un líder orientador, o una ideología en torno a la cual se agrupan esas élites dirigentes.
Pero los partidos de cuadros, buscando acceder al poder, se convierten, poco a poco, en partidos de masas. Les abren sus puertas a los ciudadanos que quieran compartir sus inquietudes y aspiraciones. Abandonan el concepto elitista de cuadros para masificarse.
Lo que nunca se había concebido, hasta ahora, es convertir un partido considerado de masas, en partido de cuadros. Bosch, el único caso, salió de un partido de masas, para conformar un partido de cuadros. Pero salió de su viejo PRD y creó el nuevo PLD. Que luego se fue masificando hasta llegar al poder, y por mucho tiempo.
Porque el problema de los partidos, está y no está en sus cuadros. Podría decirse que más bien está en las paredes en que se cuelgan esos cuadros. En razón de que, si los dirigentes que conforman esos partidos no tienen identidad propia, y con facilidad se cuelgan en diferentes paredes, resulta muy difícil para la gente, especialmente las masas silentes, identificarse con ellos.
Porque para seguir una idea o un líder, sobre todo en partidos de esa categoría, es necesario que quienes dirigen, sean auténticos. Que hablen el mismo lenguaje. Que no permitan que sus cuadros cuelguen en diferentes paredes, y mucho menos en varias paredes al mismo tiempo.
Pero la idea, para algunos fuera de tiempo, de convertir un partido considerado de masas en partido de cuadros, no deja de ser una novedad. Marcaría, sin lugar a dudas, un hito en la historia del partidismo nacional. Con posibilidades de ser estudiado en todo el hemisferio. Aunque otros anaclistas más agudos entienden, que sin darse cuenta, los dirigentes reformistas que lo plantearon, dejaron entrever ante la opinión pública que las masas se les han dispersado.
De todas maneras, tendrían que seleccionar bien los cuadros que van a exhibir, pues servirán de marco de referencia a su proyecto. Porque si la gente, que no es tonta, se da cuenta de que los cuadros seleccionados cuelgan en paredes de distintos colores, será como decía un sabio: cansarse en el esfuerzo.
A menos que pretendan comprar un atelier donde los cuadros son de distintos pintores, tamaños y colores, y no importe en qué pared se vayan a colgar. Pero así se hace difícil lograr un partido de cuadros.